8. El horror 2/2

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Selena Hadrick.

Escucho una voz llamar mi nombre de manera insistente y fuerte. Abro mis ojos y parpadeo repetidas veces, acostumbrándome a la luz que baña la habitación. Lo primero que visualizo es la cara del enfermo mental. Tiene el ceño fruncido y la mandíbula apretada. Su mirada no esta enfocada en mi y eso me permite ver su rostro.

No importa cuantas veces lo vea, siempre voy a pensar que tiene cara de un demonio con cuernos. Su mirada se enfoca hacia mi y su cara se despeja en alivio.

—¡Selena! ¿Estas bien?—acaricia mi cabello castaño con su mano derecha.

¿Que me paso? Busco en mi cabeza los hechos sucedidos antes de que quedara inconsciente y lo recuerdo. Las imágenes se repiten en mi cabeza y me pregunto si seguimos en el palco. Extiendo mi panorama y observo la habitación en la que estamos, la familiaridad de los colores confirma mis sospechas. Con la diferencia que estamos en el suelo, el enfermo sentado y yo acostada sobre su regazo. Escucho una voces al fondo, todas y cada una de ellas gritando cantidades de dinero inimaginables para alguien como yo. 

Siguen subastando a los niños.

Un sentimiento se aloja en mi pecho, hace a mi corazón latir rápido y a mis venas arder. Estoy enojada, muy enojada. Pienso el el llanto de los niños en ese escenario y exploto. Me levanto tan rápido que me mareo por un momento. Cuando recupero mi estabilidad volteo hacia el enfermo, ahora de pie. Levanto mi mano y con fuerza la estrello en su mejía izquierda.

Al principio parece desconcertado pero luego su expresión cambia por una de furia pura y es cuando me doy cuenta de lo que hice. Pero es demasiado tarde para arrepentirme y para huir. Se acerca a mi dando zancadas para luego tomarme del pelo con fuerza. Me empuja hasta que choco contra la pared.

—¿Con que derecho te crees para pegarme?—susurra con veneno en mi oído.

Mi corazón se encoje del miedo y mis ojos se vuelven agüeros. No respondo. Soy incapaz de emitir sonido alguno. Jala con mas fuerza mi pelo y temo que me lo arranque.

—¡Responde!—exije.

—¿Q-Que esperabas que hiciera?—mi voz es tan suave que apenas la puedo escuchar—¿Que me riera contigo sobre el sufrimiento de esos niños?

Su mandíbula se aprieta mas, al igual que sus labios pero no me importa. Reúno el poco valor que me queda y lo enfrento. Levanto mi cabeza y lo miro directamente a los ojos. 

—¡Debes estar loco si piensas que todos son monstruos como tu!—esta vez mi voz sale fuerte, sin miedo. O mejor dicho sin querer saber las consecuencias de hacer tal cosa. ¿Porque debería hacer todo lo que el me diga que haga sin protestar?

Estoy cansada de obedecer y no hacer nada. Si. Tal vez muera hoy, pero aun así moriré sin arrepentimientos porque dije lo que pensaba. 

—¡Antes de ser como tu, preferiría morir!—exclamo con odio y por un momento me parece que mis palabras le han herido. Pero no es así. Sus manos sueltan mi cabello y viajan hacia mi cuello. Me esta ahorcando. Presiona con fuerza mi garganta y me levanta en el aire. Mi cuerpo se retuerce en busca del oxigeno, mientras se muere lentamente. El deseo de sangre se refleja en sus ojos y me doy por muerta.

Llego mi hora, voy a morir. Pienso en Carmen y Karla, ¿estarán pensando en mi? o ¿siquiera recordaran mi existencia? Las lagrimas amenazan con salir de mis ojos verdosos y me doy cuenta de lo poco que hice por este mundo. Desearía haber hecho mas por esos niños en el orfanato. Desearía haber pasado mas tiempo en el convento con las chicas. 

Mi cuerpo comienza a convulsionar y cuando creo que estoy a punto de cerrar los ojos, me suelta. Caigo al suelo tosiendo fuertemente, recuperando el oxigeno faltante en mi cuerpo. Me siento mareada, sin poder pensar claramente cuando escucho una risa excesivamente fuerte.

—No sabia que tenias un lado rebelde.—se agacha y toma mi mentón con fuerza,—Pero no te preocupes me asegurare de transformarte en ese tierno, dócil y apacible conejito que eres—la demencia en sus ojos es aterradora.

No soporto mas y la lagrimas ruedan por mis mejillas. La impotencia es horrible, quiero salir de este infierno y ayudar a esos niños. Una abofeteada despabila mis sentidos dormidos y hace arder mi mejilla.

—Es ho-ra de tu cas-ti-go—canturrea mientras me levanta y apoya en su hombro cual saco de papas.

 —¡Bajame! ¡No quiero ir! ¡No quiero!—sollozo golpeando su espalda con mis pequeños puños—¡Por favor!

Espero a que tenga algún tipo de efecto y me baje, pero lo único que consigo es ser ignorada. Mas lagrimas caen de mis ojos porque se que, la imprudencia pintada en inocencia que acaba de cometer iba a tener consecuencias inmensurables. Me canso y dejo de luchar para liberarme. Nuevamente cruzamos pasillos hasta que llegamos a el pasillo donde se escuchan los gritos. 

Entramos en una habitación del pasillo; esta tiene dos sillones de madera oscura con cuero rojo vino. Ambas miran hacia una dirección y hay una mesita pequeña en el centro con un juego de porcelana . Me tira en una de los sillones y el se sienta en otra. Enfrente de nosotros hay un vidrio del tamaño de una pared y al otro lado se mira una cama con una niña dormida profundamente en ella.

 La niña no pasa de los 14 años, tiene cabello negro azabache y su piel es de color canela. Lleva puesto un camisón pequeño de color durazno con unas pantuflas del mismo color y sus muñecas están atadas a la cabecera de la cama. 

Direcciono mi mirada sobre el enfermo mental,—¿que es lo que piensan hacerle?

Una sonrisa sádica aparece en sus labios,—ya lo veras.

Mi mirada vuelve hacia el vidrio para mirar la chica. Una puerta se abre y un hombre robusto y sudoroso aparece. Mi corazón da un vuelco cuando se acerca a la chica y le toca sus piernas. La niña abre sus ojos lentamente y cuando lo mira se encoje del miedo. El hombre se desviste y se cierne sobre la niña. La niña se retuerce, llora y grita.

No lo soporto. Cierro mis ojos con fuerza mientras escucho los gritos desgarradores de la pequeña.

—Abre los ojos—una voz susurra sutilmente en mi oído. Niego con la cabeza. No quiero, esto es demasiado cruel. Solo es una niña.

—¡Abre los malditos ojos si no quieres que después te enseñe algo mucho mejor!—ordena y yo abro lentamente mis ojos. 

Me obliga a verlo hasta que todo termina y luego volvemos hacia su mansión. Durante todo el trayecto lloro en silencio. Jesús, ¿cual es mi propósito en esta vida? Me pregunto en silencio, recordando los sucesos de hoy.

Esa noche no duermo y no paro de llorar...

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¡Pobre Selena!

¿Que tendrá que sufrir mas adelante?

Lo descubrirán muy pronto *-*

Clai♠


An Innocent Sin [Original]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora