3. Sin salida.

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Selena Hadrick.

Intento abrir mis parpados y carraspeo. No miro nada de nada, tengo mis ojos vendados.

El cuerpo me duele, ni siquiera puedo mover mis dedos. No se donde estoy o lo que piensan hacer conmigo, lo único que se es que no estoy en el convento. Mis ojos se cristalizan nuevamente, no se que hacer.

¿Que se supone que haga en este tipo de situación? No soy capaz de controlar mi propio cuerpo, estoy mas muerta que viva.

Escucho el sonido de una puerta abrirse y los pasos de alguien en la habitación. Quiero levantarme y preguntar donde estoy, pero soy incapaz de hacerlo. No puedo hablar.

Me tienen sedada, pasiva, tranquila. Seguramente para evitarse el relajo, para hacerme como les diera la gana. Dios, ¿es esta una prueba? No he ofendido a nadie, ¿como podría una monja ofender a alguien? 

Cierro mis ojos con fuerza, no tiene sentido preguntar sobre las decisiones sobre mi vida, la única opción que tengo en este momento es ser fuerte y seguir adelante. No rendirme ante ningún obstáculo y mas que todo confiar mi vida a Dios.

Escucho mas pasos y una voz ronca hablar,—¿esta todo listo?

—Si, señor—esta vez una voz femenina se escucha.

—Bueno, vamos—siento unas manos frías y grandes rodearme, para después levantarme.

Quiero resistirme, gritar y llorar, pero se que no tiene caso. En el estado vegetativo en el que me encuentro es prácticamente imposible hacer el mas mínimo movimiento. 

Me llevan cargada todo el camino, luego siento que me vuelven a acostar sobre algo frió y pegajoso, eso me ayuda a despabilarme por completo. Mis sentidos adormecido empiezan a despertar y suelto un quejido. 

Sera mejor que no me mueva y los alerte, no quiero que me vuelvan a sedar. Una puerta se cierra y siento que todo se mueve hacia adelante, seguramente voy en un carro, bus o otro medio de transporte. 

¿Sera que seré vendida como animal?

Silenciosas lagrimas caen por mis mejillas, estoy cansada de llorar, sin embargo es lo único que en este momento puedo hacer. Desahogarme y quejarme de la crueldad del hombre, porque nada de lo que esta pasando es culpa de Dios. Esto es la maldad del hombre.

Me arden los ojos y me duele la cara, estoy cansada, solo quiero dormir. Cierro mis ojos y me duermo, deseando que todo esto sea una pesadilla y esperando despertar en el convento de Springs.

☼☼☼☼☼☼☼

Despierto, aturdida y con hambre. Observo el cielo de la habitación en la que me encuentro, ya no tengo los ojos vendados y el dolor de mi cuerpo a disminuido. Me levanto como puedo y exploro la habitación con mi vista. Lo haría yo misma pero las esposas en mis muñecas y en un barrote de la cama, impiden que me mueva libremente.

Me quitan la venda de los ojos pero me ponen esposas. Me habría quedado con la venda mejor. La habitación es demasiada lujosa, todo lo que esta a la vista brilla, literal. No tengo idea de donde estoy, suspiro.

Ya han pasado varios días, seguramente la policía me este buscando. No puedo perder mi fe, tengo que ser fuerte solo así lograre escapar de lo que sea que venga. O en este caso, de quien sea que venga.

Una ráfaga de viento sopla por la ventana abierta, provocandome escalofríos debido al frió. Me abrazo a mi misma, y pego un grito ahogado al mirar lo que tengo puesto. Observo mis pechos apenas cubiertos por la tela del sostén y mas abajo una tanga, apenas tapando lo que debería estar tapado.

¡¿Que paso con mi uniforme!?

¡No, no, no! Esto si no lo puedo aceptar. ¿Que es este infame atuendo? ¡Parezco una puta!

Direcciono mi mirada hacia la puerta, una mujer delgada y con ropa mas decente que la mía entra.

—¿D-Donde estoy?—inquiero mientras se acerca.

La mujer sonríe de manera cínica y se sienta en la cama,—estas en la casa de mi señor.

—¿Y quien es tu señor?—indago con curiosidad.

Se levanta antes de hablar—tu si que tienes suerte,—dice ignorando totalmente mi pregunta—gracias a mi Señor no tendrás dificultades para vivir.

Frunzo mi ceño, ¿dificultades para vivir? Que yo sepa vivía muy bien en el convento.

—¿Donde estoy?—pregunto nuevamente.

Me da una fuerte bofetada, obligandome a quedar cabizbaja. El dolor de los anteriores golpes regresa y me hace sentir la cara adormecida. Levanto mi rostro para observarla, me mira con desdén, como un ser inferior a su existencia.

—¿Te callas o te callo?—susurra con veneno.

Simplemente la miro, con terror. La presencia de esta persona no es para nada agradable.

—Parece que eres inteligente—me toma del mentón y de alguna manera su rostro se suaviza—, pero déjame decirte que eso solo empeorara las cosas parta ti en el futuro.

Me suelta de forma brusca el mentón y vuelve a levantar su mano, preparándose para abofetearme nuevamente. Cierro mis ojos temerosa, esperando el golpe. Pero no llega. Abro mis ojos lentamente y miro a un hombre de espaldas, deteniendo la mano de la mujer en el aire.

La mujer se mira aterrorizada.

—¿Me puedes decir que estabas haciendo, T21?—dice soltando el agarre de manera brusca.

La mujer no responde, simplemente agacha su cabeza.

—Si sabes lo que hiciste mal ve a tu habitación y no salgas hasta mañana—ordena.

La mujer asiente y se va. Analizo su silueta, ¿como es que se me hace tan conocida? Y no solo su silueta, su voz también. 

—¿Estas bien?—pregunta con voz mas suave y se da la vuelta.

Abro los ojos y niego. No puede ser verdad. Una sonrisa hace acto de presencia en sus labios y sus ojos verdes con un poco de café me miran con felicidad. 

—Te vuelvo a encontrar, Selena.

Los Morris.

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¡Hello! 

¿Que les pareció el cap? *-*

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An Innocent Sin [Original]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora