Capítulo 9

10K 611 106
                                    

El oficial de Policía frente a mí hizo una mueca de asco, y cubrió su nariz y boca con una servilleta de papel

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


El oficial de Policía frente a mí hizo una mueca de asco, y cubrió su nariz y boca con una servilleta de papel.

A mí lado, Danna Willwoord, gritaba que era inocente,mientras exigía poner una demanda en contra  mía por agresión.
Bastaría con ver parte de blusa hecha tirones, o su cabello enmarañado y sucio, para que le creyeran.
Incluso yo misma estaba dudando de sí en verdad le había hecho todo aquello.

—Guarde silencio, señorita. —Dijo el oficial, con la voz amortiguada  por el papel.—Ninguna de las dos se irá  de aquí  hasta que lleguen sus padres.—Hizo otra mueca de asco.

Lo entendía perfectamente, el olor que salía de nosotras era nauseabundo: una combinación de cerveza rancia y piso de bar. Los ojos me escocian  y la nariz me ardía hasta llegar al nacimiento de la garganta.
Al escuchar la mención sobre mi madre sentí verdadero terror. Ni siquiera debería haber salido del campamento,y ahora me iba a ganar un castigo de por lo menos, tres cadenas perpetuas.

Cerré los ojos con fuerza,sintiendo la bilis subir por mi garganta.

— ¡No,  por favor!—Chilló  Danna,  con       una   expresión    pánico  en  sus  ojos.—No llame a mi padre.

El oficial le dio una mala mirada,  y luego repasó  el lugar con sus ojos, deteniéndose en los rostros de todos los que estábamos ahí.

—Debieron  pensar en las consecuencias antes de venir a este pueblo a formar un alboroto en medio de la noche.—Tiró  la servilleta, y levantó  su teléfono.

—Fue  ese tal  Joe  el que empezó todo.—Espetó Liam, acercándose  desde atrás  de la silla de Danna, y puso sus manos en los hombros de la chica.—No puede llamar a su  padre.

Mi ceño se frunció  cuando vi a Danna  levantar su mano y ponerla sobre la de él. El oficial separó  el teléfono de su oreja y apuntó  con dedo hacia nosotros.

—Ustedes no me van a decir qué  tengo y qué no tengo que hacer.  Vienen a mi pueblo a formar peleas, ¿y pretenden que no haga nada?

Justo en ese momento entró  en la habitación una despeinada y empijamada  profesora Pattinson. Su cabello  marrón  esta  recogido en un moño flojo, que deja miles de cabellos sueltos hacia todas direcciones, sus gafas de montura gruesa y cuadradas están algo torcidas, y traía  unas pantuflas  en vez de zapatos. Sus ojos nublados por el reciente despertar nos dieron un rápido escrutinio y luego suspiró  con alivio.

—Buenas noches. Soy la profesora Ursula Pattinson. —Dice, estirándose  sobre mi cabeza para estrechar la mano del policía. —Lamento lo que sea que hayan hecho mis alumnos. Estamos aquí  por un vieja escolar.

El policía repasó atuendo la mujer frente a él, y se detuvo  en el escote en   ve de la camisa de franela. Dios. La risa amenazaba con salir de mi garganta, y detrás de mí escucho a Ethan  carraspear en un intento por ocultar también sus ganas de reír.

Ni Te Quería TantoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora