Capítulo 10

10.5K 599 322
                                    

¿Cuántas veces nos hemos enamorado de quien no nos ama?

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


¿Cuántas veces nos hemos enamorado de quien no nos ama?

¿Cuántas veces nos han roto el corazón?

¿Cuántas veces hemos llorado a solas, rogándole a quien quiera que nos escuche allá arriba, para que nos libere de esos dolorosos sentimientos?

¿Hay un límite máximo de veces que nos pueden destrozar el corazón?

Sí lo hay, ¿cuál es?

Mientras veía a Ethan dormir, quise parar. Estaba cansada.

Llevaba años enamorada de él, unos días amándolo más que otros, pero el sentimiento siempre ahí. Insistente, caótico. Doloroso.

Sabía que probablemente él no sería la persona con la que pasaría el resto de mi vida. Lo sabía y aún así anhelaba con todas las fuerzas que me diera una oportunidad. Cuán masoquista era.

Me moví, dejando su cabeza sobre la bolsa de dormir, lo miré una última vez, y salí.

De mi boca casi se escapa un grito cuando choqué contra Liam. Rápidamente sequé mis mejillas, conteniendo un gemido cuando rocé el golpe.

—¿Qué haces aquí?—Dije, tocando mi pecho, solo para asegurarme que mi corazón seguía latiendo después del susto.

Liam levantó una de sus cejas, y cruzó los brazos sobre su pecho.

—Creo que esa pregunta la debería hacer yo, ¿no? Son casi las cuatro de la mañana y tú eres la que esta escabulléndose de mi tienda.—

Mordí la parte interna de mi mejilla, sintiendo que podía darme de verdad un paro cardíaco cuando pensé en la posibilidad de que Liam me hubiese escuchado.

—¿Cuánto llevas aquí parado?—Me abracé a mí misma.

Él guardó silencio por algunos segundos, observándome de una manera tan intensa que sentí que podía tocar los trozos de mi corazón roto.

Se encogió de hombros.

—Acabo de llegar. Vamos, te acompañaré hasta tu tienda.—Giró sobre sus talones, y empezó a caminar con las manos metidas en sus bolsillos delanteros de su pantalón de mezclillas.

—Gracias.—Le alcancé, mirándolo por el rabillo del ojo.

Su cabello estaba revuelto, y su camisa arrugada. Sentí la bilis subir por mi cargantan; dejando un camino ardiente.

—¿Dónde estabas?—Me aventuré a preguntar.

—Salí a caminar un rato. Fui al campamento de los de segundo.—Respondió automáticamente.

Mentira. ¿Por qué mantener en secreto que estaba con Danna?

—Ya veo.—

—¿Y tú? ¿Qué hacías con Ethan a esta hora?—Su voz sonó una octava más tensa, y su mandíbula se apretó.

Ni Te Quería TantoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora