Capítulo 27

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Mi madre se paseó por la cocina, haciendo que el sonido que producían sus tacones al impactar sobre la madera del suelo llenara todos la casa.
Se veía muy nerviosa, y se estrujaba las manos para evitar tocar su cabello oscuro que le caía en ondas sueltas hasta la mitad de la cintura.
El vestido color vino se ajustaba a sus curvas llegando a sus rodillas, y contrastando de manera armoniosa con su color de piel.

—Te dejé la cena en el horno.—Volvió a caminar hasta el horno y comprobó por cuarta vez que la cena estuviera ahí— Sí necesitas algo, sabes que dejé dinero en la billetera...

—En la billetera amarilla.—Caminé hasta ella y le tomé las manos.-Tranquila, ma. Todo ira genial.

El timbre de la puerta sonó y sus ojos se abrieron en una expresión de pánico.

—Creo que debería cancelar.—Susurró.

—De ninguna manera.—Empecé a empujarla fuera de la cocina.—Ve y Diviértete, Llámame cuando vengas de regreso.

—Pero...

Susan abrió la puerta en esos momentos, y en el umbral apareció un hombre rubio, trayendo un ramo de flores en sus manos.

Mi madre iría a una cita esa noche con el que era su jefe. Ella había estando hablando mucho de él desde que lo conoció y sabía que eventualmente esto pasaría. Me hacía feliz ver que aún se entusiasmaba por estad cosas. Estaba feliz de saber que había dejado atrás el dolor de la perdida de mi papá.

—Buenas noches,Teresa.—La expresión afable del hombre se iluminó cuando vio a mi madre,y por algunos segundos se quedo pasmado mientras la observaba.—E-stas.—Carraspeó.—Estas muy hermosa... No es que en otras ocasiones no lo hayas estado también, es decir, siempre te ves hermosa pero hoy...

Susan, mi madre y yo soltamos una risita. Él pareció rendirse y dejó caer los hombros, sonriendo también.

—Traje esto para ti.—Extendió el ramo.

Mi madre tenía una sonrisa de oreja a oreja mientras lo recibía.

—Son muy bonitas, gracias.—Señaló a mi hermana.-Ella es mi  hija menor Susan,—Me señaló a mí.—Y ella es la mayor: Candace. Niñas él es Sebastián, mi jefe.

Sebastián nos saludó de manos.

Se despidieron y mientras vi a mi madre subir al auto, no pude evitar sentirme tan emocionada como ella.

Enseguida, mi celular sonó con un mensaje de Ethan, que decía que ya tenía todo comprado para la noche de películas que habíamos planeado desde que nos esteramos de la cita que tendría mi mamá.

Llevábamos casi dos semanas en ese ritmo, haciendo planes de amigos, pasando el rato juntos.

Mientras llegaban, serví la cena para seis, y preparé  el televisor. El timbre sonó  quince minutos después y aparecieron: Emma junto a Melissa, Mike e Ethan. Pasaríamos la noche viendo películas y mañana temblando iríamos a la playa;  aprovechando el fin de semana, por lo que mis amigos traían sus mochilas repletas de lo que supuse era ropa y cosas básicas que necesitaban.

—Hola, amor.—Saludó  Mike, dándome un beso en la mejilla.—¿ya tienes la comida lista para tu hombre? Estoy famélico.—Fue directamente a la mesa.

—¡Ese es mi plato, Mike!—Emma corrió  tras él, y Melissa  la siguió  sonriendo  en modo de saludo.

—¿Dónde  mete toda esa comida?—Comento Ethan, aún  parado en la puerta, cargando un par de bolsas.—En serio, mientras veníamos se comió  dos burritos.

Ni Te Quería TantoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora