Capítulo 31

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Emma

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Emma.

Cuando llegué  al pequeño y discreto restaurante,  Melissa  ya me esperaba sentada en una de las últimas mesas.

La blusa violeta contrastaba con su pálida piel,  mientras los vaqueros oscuros le dan una apariencia que junto a sus visibles tatuajes la hacían parecer una chica ruda. Yo sabía que lo era, de la mejor manera posible.

Era fuerte e independiente, al mismo tiempo que podía ser sutil y cálida; estar con ella era como acercarse al fuego en una fría noche invernal.

Levantó  su mano a modo de saludo cuando me vio entrar,  una enorme sonrisa estiró  sus mejillas, dejando a la vista sus dientes perfectamente alineados.

—¿Esperaste mucho? —Me senté  frente a ella, sintiendo hervir el nerviosismo en mi pecho.

Melissa  no respondió, solo se quedó mirándome fijamente, ladeando  la cabeza con curiosidad.  Pasé  saliva, y estrujé  mis manos por debajo de la mesa.

—Estoy sorprendida. —dijo por fin, llevando una parte de su cabello detrás de la oreja. —Justo cuando estaba segura de que no podías ser más  hermosa te presentas así.

Mi corazón  dio un vuelco, y parte de los nervios se disiparon en ese instante; ella siempre lograba  subir y bajar mis emociones.

—Eres un boba. —respondí, mis mejillas se sentían  calientes. —Pero gracias.

—Lo digo en serio. —Se encogió  de hombros.—Siempre estoy encontrando más  cosas para enamorarme de ti. —Suspiró. —Tengo mucha suerte.

¿Ella? Yo era la que parecía bendecida por los dioses. Podía ser yo en todas mis formas cuando estábamos juntas; y no había nada mejor que eso.

—¿Qué  quieres almorzar? —

—Creo que me muero por comer  pollo. —Traté de sonreír.—Estoy famélicas.

Melissa  volteó  los ojos al cielo.

—¿Y cuándo  no?

Pasamos el resto del día paseando, tomadas de la mano; sin miedos, prejuicios o sombras. Éramos libres cuando estábamos juntas.
Hablamos de  su carrera universitaria, de nuestros planes cuando yo terminará el instituto, de sus padres y su hermana, de lo que pasó  cuando habló sobre su orientación  sexual, de los tantos miedos que en algún momento pudieron aplacar sus ganas de continuar siendo quien era.
Melissa  era una mujer fuerte y frágil como cualquiera de nosotros, pero estaba dotada de determinación feroz  y eso la hacía valiente.

En algún punto hablamos también  de Mike, Candace, de su mejor amiga: Sofia,  y también de Ethan.

—Siempre supe que solo era un gusto pasajero lo que  sentía por mí. —Dije mientras caminábamos hasta el porche de mi casa. Estábamos tan enfrascadas  en la conversación que aún  no nos soltabamos de las manos.
—No te imaginas la cara que hizo cuando vio a Liam abrazando a Candace. Es muy lento y por eso  le tomó  tiempo ir por ella.  En fin, en un rato llamo  a ver cómo  resultó  todo.

Ni Te Quería TantoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora