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     📛 CONTENIDO +18, SE RECOMIENDA DISCRECIÓN.📛

Sí esto fuera: ROMÁNTICA HISTÓRICA.

Lady Candace Jhones, futura condesa de Reverwood, soltó una retahíla impropia de una dama de su estirpe, y que harían sonrojar hasta a el más granuja de los hombres.

Ethan, Highlander de las tierras altas, y cabeza del clan Macallisters, sonrió con éxtasis ante la imagen de la pequeña morena inglesa, que incluso en posición de prisionera, su mirada y mentón redondeado estaban levantados en señal de orgullo; cuál reina frente a su corte.

Su cabello oscuro estaba enmarañado y caía hasta su espalda en desordenados bucles de color chocolate negro; el vestido, que en algún momento de los últimos cinco días había sido color azul, ahora estaba sucio, y hecho jirones  en la parte baja de la amplia falda, a la capa color crema, le faltaba casi un cuarto de su telaje total. Era obvio que a la mujer no le había ido nada bien en los fríos bosques de Escocia.

Pero contrario a lo que se esperaría de sentir al ver a una mujer en semejante estado, Ethan no pudo evitar pensar en que la pequeña inglesa le recordaba a un hada de las heladas montañas: con sus acorazonados labios rojos, la mirada almendrada y salvaje y esa actitud desafiante. Una corriente fría estremeció su duro cuerpo de guerrero y reconoció enseguida que la extranjera despertaba un deseo incluso más fuerte que el de matar a sus enemigos en el campo de guerra.

—Exijo que nos liberen ahora mismo.—Ordenó la mujer en su lengua natal, aún ignorando la presencia del  gurrero y su amigo, quienes la observaban a ella y a su acompañante.—No somos esclavas y la manera en la que hemos sido arrastradas hasta aquí  es una completa falta de consideración a nuestra dulce y femenina naturaleza.

La mujer una de sus manos hasta su estrecha cintura, e instó con los dedos de su otra mano el pecho de Kirchan, segundo comandante del clan, y prosiguió con sus exigencias ante las miradas incredulas del resto de los hombres.

—Sé que me entiende perfectamente, ¿qué espera para ordenar que suelten a mi prima?.—Miró de soslayo a la pequeña rubia que era sostenida por un soldado.—Danna es muy sensible y la están asustando.

Ethan levantó una ceja en gesto de sorpresa, y decidió dar un paso al frente, saliendo de las sombras justo cuando Liam, su mano derecha y mejor amigo, soltaba una estruendosa carcajada; logrando así que por fin las inglesas notarán su existencia.

—Son  ustedes  las  que  han irrumpido  en  nuestro  territorio.—Dijo Ethan, en perfecto inglés dejando que su titánica presencia llenará la sala, una socarrona sonrisa estiró su boca.—¿No estan muy lejos de casa?

Candace nunca estuvo más arrepentida de no escuchar los consejos de su prima como en el momento que vio esos ojos verdes.
Estaba segura de que Escocia sería el lugar perfecto para que Danna y ella comenzarán una nueva vida, una lejos de Inglaterra y sobre todo: lejos de cumplir compromisos matrimoniales que las ataban hombres que no amaban. Pero ahora, viendo frente a ella a ese escocés de apariencia tan salvaje como las mismas tierras que habitaban, de piel morena, piernas que parecían infinitas, musculosas y devastadoramente fuertes, de pecho amplio donde parecía no haber una sola pizca de grasa, sino ondulaciones de potente fuerza bruta: no estaba muy segura de haber tomado la decisión correcta.

Los felinos ojos del hombre la miraron con descaro, haciendo un escrutinio tan íntimo, mientras se detenía en lugares como sus pechos o sus caderas, provocaron que la sangre viajará a la cara de  Lady Candace.
Nunca nadie en sus dieciocho años de vida la había observado con tal descaro.

Eso la enfureció, y también provocó que un nudo se apretara en su estómago.

—N-no sabíamos que estas eran sus tierras.—Respondió Danna. La pequeña rubia estaba temblando mientras un soldado la sujetaba del brazo.—Por favor, discúlpenos. Nosotras sola queremos llegar al este.

Ni Te Quería TantoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora