Capítulo 24

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—Tengo mucho calor

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—Tengo mucho calor.—Susurró  Csndace  contra mis labios.—No puedo dormir así.—Se separó de mí, dejando caer su cuerpo completamente  sobre la cama.

Le di un mirada curiosa.

—Sí  puedes dormir.—Me puse de pies.—Inténtalo. Creo que es mejor que me vaya...

La escuché  sollozar.
Enseguida volví a agacharme  frente a ella y le tomé la mano

—Hey, ¿qué  sucede, cariño?—Sus labios estaban rojos debido a nuestra sesión de besos, y su respiración era igual de errática que la mía.

Jesús. Tenía que salir de ahí rápidamente.

—Me voy a morir asada.—Dijo entre lloriqueos. —Me voy a morir asada con un pollo.

Una profunda carcajada escapó  de mi garganta.
Esta chica borracha era la cosas más  hermosa.

—No te vas a morir.—Le contesté. Ella volvió  a mirarme, y sonrió.

—Tengo una canción  para ti.—Cuando Candace  comenzó  a cantar  con la voz quebrada y desafinada; no pude soportarlo más: Saqué  mi celular y empecé  a grabarla.

El hombre que yo amooooooo.—Agitaba sus brazos en la cama, haciendo énfasis en cada palabra que decía. —Sabeeeeee  que  loooo  amoooooo.—Me señaló, y sus ojos estaban cargados de determinación.—Tal vez  yo deba resignarme y no llamarte máááás.

Hizo un puchero; y trató  de ponerse de pies, me hice a un lado, tratando de adivinar qué sería lo siguiente que haría. La sonrisa se borró  de mi cara cuando vi que se inclinaba hacia adelante al tiempo que un chorro de vómito salía  de su boca.

Mierda. Sentí  las arcadas sacudir mi  estómago. Gracias al cielo al parecer Candace no había comido nada en todo el día, porque todo lo que botó  fue un asqueroso líquido viscoso. Rápidamente  corrí  hacia ella, dejando mi celular en la cama para poder quitarle el cabello de su rostro.

Cuando pareció  que lo único que podía hacer era lloriquear, la hice levantar y caminar hasta el pequeño baño de la habitación. Ahí, enjuague su rostro, con ella dando saltitos  cada vez que el agua impactaba  contra su piel, y logre que también hiciera gárgaras para ayudarle a pasar el sabor amargo que queda después de devolver el estómago.  Fue demasiado gracioso verla haciendo algo como eso,  porque terminaba escupiendo.

Mi celular quedó  repleto de imágenes y vídeos que tendría que conservar para las posteridad.

Al inspeccionar su aspecto, me di cuenta que su blusa y pantalones estaban hechos un desastre, y si la dejaba así lo más  seguro era que amaneciera enferma.

Dejé  salir  una larga bocanada de aire, sabiendo lo que debía hacer pero sin sentirme lo suficientemente  preparado para la prueba.

No me mal entiendan, pero Candace  me gustaba; y a eso debía anexar que tenía un cuerpo que hacía suspirar a más  de uno.
Bien. No importaba; no es como si yo fuera un jodido y urgido  pervertido.  Me dije  a mí  mismo, mientras la regresaba a la cama,  tratando de no pisar absolutamente nada.

Ni Te Quería TantoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora