Capítulo 28

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—¿Por qué  no puedo dormir aquí?—Preguntó  con fingida inocencia

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—¿Por qué  no puedo dormir aquí?—Preguntó  con fingida inocencia.

—Porque es mi cuarto.—Volteé  los ojos al cielo, y lo empujé  de nuevo  en un intento por sacarlo de la habitación.

Ethan  hizo un ridículo  puchero, mientras se agarraba del marco de la puerta.

—Pero yo quiero dormir en tu cama.—Suspiró  con pesar.—No es como si fuera la primera vez que dormimos juntos. Antes lo hacíamos.

—Sí, cuando   teníamos   como  ocho      años, no es lo mismo ahora,—Intenté   empujarlo   de nuevo.—Vete.

—Por favor, prometo no intentar nada, solo vamos a dormir como buenos amigos.—Hizo énfasis en las  últimas  y sonrió.

Solo una idiota le creería.

Ethan  se acomodó  a mí  lado,  pasando su brazo por mi cintura, y me atrajo hacia él.
Estaba segura de que podía escuchar los latidos de mi corazón  y eso hacía que mi mortificación  fuera peor.
Sentía su respiración en mi frente,  al tiempo que yo trataba con todas mis fuerzas de no moverme.

Estábamos uno en frente del otro, pegados como enredaderas.

Suspiré, y cerré  los ojos en un intento por conciliar el sueño.

Lo último  que recuerdo son palabras distorsionadas y lejanas susurradas  a mi oído.  No entendí lo que me decían  pero la calidez de unos labios sobre los míos fue el preludio de un buen sueño  antes de caer el brazos de mi dios favorito.

A la mañana siguiente, cuando abrí  los ojos lo primero que vi  fue a un Mike despeinado  y con un palo de escoba en la mano, con el que chuzaba  las costillas de Ethan.

—Maldito bastardo.—Gruñó, instando el palo con más  fuerza. El chico dormido a mi  lado solo murmuró  y se giro dándole la espalda.—¿Cómo  te atreves a aprovecharte de esa manera de mi bebé?

Cuando vi que levantó  el arma con intención de dejarla caer con fuerza sobre el adormilado Ethan, decidí  que era mejor detener ya el espectáculo  matutino.

—Mike, solo dormimos.—dije, moviéndome hasta quedar sentada, y recogiendo mi cabello  en un intento por controlar  la maraña con la que suelo despertar.—De todas formas, ¿por qué  estás aquí?

Él  me miró  con indignación  y puso uno de sus brazos sobre su cadera.

—Porque resulta que me despierto y veo que el animal no esta  allá abajo y tenía que verificar que no hubiese saltado sobre ti mientras dormías.

—Ella fue la que estuvo sobre mí  toda la noche.—Murmuró  Ethan  aún  con los ojos cerrados, mientras sonreía.

Mi boca se abrió con indignación  y le pegué  con mi puño en el estómago.

Ni Te Quería TantoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora