Capítulo 8

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Vale, no hay  que entrar en pánico

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Vale, no hay  que entrar en pánico.

¿Quién no se ha perdido  en un bosque en medio de la noche?
En un bosque jodidamente  oscuro, y lleno de sonidos que no reconoces; animales enormes y peludos que te pueden desmembrar, y...

Estoy en pánico.

—¿Te puedes calmar?—La voz  de Liam  llegó a mis oídos en un susurro. Su mano apretó con firmeza mis dedos, mientras caminábamos tratando de no tropezar con las ramas y piedras del suelo. —No estamos perdidos. Falta poco para llegar a la carretera.

Detrás de mí,  Emma agarraba con fuerza mi muñeca, y no tenía que mirarla para saber que su cara lucía tan  horrorizada como la mía.

De todas las estúpidas ideas que se le podían ocurrir a Liam; esta  era definitivamente  la peor; y Mike,  Emma  y yo lo estábamos siguiendo.
Llevábamos poco más  de veinte minutos caminando por entre el oscuro bosque que rodeaba los campamentos, todo para llegar a la carretera principal que nos llevaría al pueblo.

Seguimos a Liam después de que llegó  hasta la tienda que Emma y yo compartimos, para preguntarnos sí Ethan  nos respondía el teléfono.  Él lo había buscado en los otros puestos,  pero no estaba. Al final concluimos que había ido al pueblo,  y aquí  estábamos; siendo presa fácil de cualquier tigre  o lobo. Nuestro plan era buscar a Ethan, pero seguro terminábamos  siendo presas de alguna tribu caníbal. 

—¿Qué fue eso?—Dijo Mike  en un murmullo  frenético. —Algo tocó mi pierna.

—Seguro fue una rama.—Espetó  Liam, encabezando la marcha, e intentando  alumbrar  el suelo con la linterna del celular.

—¡Mierda, Mierda!—Chilló  de nuevo detrás de nosotras.—Algo me tocó  el trasero. ¡Una anaconda!—Mike Corrió  soltando un grito de niña de tres años. Pasó  por delante de nosotras; alzando las manos en señal de ayuda.

El restó  de nosotros se detuvo, observándolo  hasta que la linterna lo permitió.  El ceño  de Liam  estaba  arrugado, y pasó la luz sobre nuestros rostros.

—Sí  sabe qué no hay anacondas en estos lugares, ¿verdad?—

Nosotras no contestamos, no porque creyeramos  que sí las habían ni nada de eso; era solo...

—¿Crees qué este bien?—Preguntó  Emma.

—Esa dirección llega a la carretera.—Nos aseguró  Liam.—Ya debió  haber llegado.

Intenté  concentrarme  en no tropezar, mientras pensaba en Ethan. Dios, ir era una mala idea, ¿qué  le iba a decir?  Probablemente  él  estaba enojado por mentirle con respecto a sus posibilidades  con Emma.
Dejé  salir un gritito, cuando la raíz  de un árbol  provocó  que tropezará.

Los brazos de Liam se envolvieron en mi cintura, pegandome  a su  cuerpo.

—Cuidado. Si tengo que cargarte me aprovecharé  de la situación. —La diversión en su voz era obvia.

Ni Te Quería TantoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora