Capítulo 2

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La sonrisa se borró  de mi cara, cuando vi al bastardo recostado sobre el capó  de mi auto

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La sonrisa se borró  de mi cara, cuando vi al bastardo recostado sobre el capó  de mi auto.

¿Por qué  seguía aquí? Las clases habían acabado   hacía más  de una hora, y deba por sentado que cuando pasarán unos minutos y viera que yo no aparecía,  desistiría  de querer hablar conmigo y se iría a hacer cosas que hacían los chicos populares al salir del instituto.

Soltando un suspiro lleno de resignación, caminé  hasta él, con las manos metidas en mi chaqueta de mezclilla.
Alzó  su mirada del celular cuando me escuchó  llegar,  y me dio una sonrisa que no tocó sus ojos.

—Debiste haberme dicho que estabas en castigada, Gomigoma.—Dijo, guardando su celular en el bolsillo delantero de sus vaqueros.—No sabía que tenías  auto.—Palpo el brillante metal para darle fuerza a sus palabras.

No sabía por qué, pero me resultaba incómodo escucharlo hablarme. Bueno, sí lo sabía  pero no estaba dispuesta a admitirlo.

—Sí, bueno: yo me voy.—Rodeé  mi auto, hasta llegar a la puerta del conductor,  pero no fui consiente de cuando Ethan se movió; y sin darme cuenta me arrebató  las llaves antes de que logrará abrirla.

—No pensarás  dejarme aquí  botado, ¿verdad, Gomi?—Hizo bailar el llavero en sus dedo, y señaló  hacía  la calle con la cabeza.—Le di mi auto a un amigo, así  que tendrás que llevarme.

—¿Podrías  darme mis jodidas llaves? —Intenté  arrebartarselas, pero las levantó por sobre su cabeza.

—No has crecido nada. —Agregó,  frunciendo el ceño; como si admitir tal cosa le resultará realmente impactante.

—No es mi culpa que seas una jodidas jirafa. —Crucé  los brazos sobre mi pecho.

Mi paciencia estaba en su limite, y tenía hambre: lo que me hacía cien veces más  peligrosa.
Estiré mi mano, y le agarré por el cuello de su camisa. Su hermoso  rostro de bastardo  quedó  a unos centímetros  del mío, cuando se vio súbitamente  jalado hacia abajo.

—Mira, Thornner. Te diré  algo y espero que me escuches bien.—Lo miré  directamente a los ojos, y esperaba que la mirada que le estaba dando fuese lo más  amenazadora  posible.—Empezaste a ignorarme  desde hace más  de dos años, cualquier rastro de amistad que había entre nosotros se ha ido. Vuelve a ser el mismo muñeco superficial y a mí  déjame  en paz. —Lo empujé hacia atrás cuando terminé.

Por un segundo, su rostro fue una hoja en blanco, pero en sus ojos vi un destello de lo que me pareció  tristeza. Mi corazón  dio un vuelco, pero me negué a pensar en ello en ese momento.
No cedería  ante  Ethan otra vez.

—Vaya, Gomi... —Se detuvo antes de terminar, y se pasó  la mano por la nuca; pareciendo realmente incómodo. —Candace, no pensé  que aún  estuvieras enojada por... eso.

Ni Te Quería TantoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora