Capítulo 4

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Emma escupió  el jugo de su almuerzo, y este cayó sobre la cara de Mike, que también había escupido hacia Emma

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Emma escupió  el jugo de su almuerzo, y este cayó sobre la cara de Mike, que también había escupido hacia Emma. Los dos estaba empapados de la saliva del otro.

—¡Ugh!—Tiré servilletas por la mesa, para secar lo que había caído sobre ella.

—¿Me estas jodiendo, Candace?—Espetó  mi amiga, pasando una servilleta por su cara,  y dándole una mala mirada al pelirrosa.

—¿Te picó  el chikungunya?—Inquirió  Mike, ganándose  un manotazo en la cabeza por parte de Emma.

—Con eso no se juega.—Lo riñó.

—Bueno, pues es lo único que se me ocurre: que este enferma para que se le ocurra la idea de que tú finjas que te gusta el chico del que ella está enamora.—Bufó.—Incluso yo me siento enfermo al repetirlo.

—No estoy enferma.—Seguí  limpiando, sin atreverme a mirar a cualquiera de los dos. Mi almuerzo ya estaba frío, y me dolía en el alma dejarlo, pero no era capaz de pasar nada. Hice el charol a un lado.—Y tampoco le estoy pidiendo a nadie que finja nada, solo que sea amable con él.

—Candace. —Emma, agarró  mi mano, pidiéndome que la mirará.—Yo no puedo hacerle pensar que me gusta... Dios, sabes bien NINGÚN  hombre me gusta.—Sus ojos celestes estaban teñidos de preocupación.

—Lo sé.—Puse mi otra mano sobre la suya.—Sé  que no es tu culpa.

—Es que de verdad no lo entiendo, apenas compartimos una clase él  y yo, y lo ayudé  una vez con su dibujo. Te juro que solo ha sido eso.—Parecía casi desesperada.

Asentí.

—Pero le gustas, a veces pasa; no hacemos nada pero siempre hay alguien que se siente tocado por nuestras acciones: incluso la más  pequeñas.—

—¿Dónde  leíste esa frase?—Preguntó,  Mike, robando algo del plato de Emma.

Entorné  los ojos hacia él.

—No la leí  en ningún  lado.—

—Ajá...—

—¿Qué   vas a  hacer con ese tal  Liam?—Quiso saber Emma.

Me encogí  de hombros, volviendo mi atención a ella.

—Nada, lo saludaré  y ya esta.  Pero no sé  como voy a decirle a Ethan que tú... Bueno, no estas interesa.—Solté sus manos, y enterré  mi cara en la mías.—Me gusta mucho.

—¿Quién  te gusta mucho, Gomigoma?—La voz a mis espaldas me hizo saltar.

Alcé la cabeza, aterrada miré  a Emma, y ella negó  frenéticamente.
Creí  que me decía que no aceptará que hablaba de él.

—Liam, obviamente.—Solté, sin girarme. Mike se cubrió  el rostro con una mano, y Emma dejó  caer los hombros en señal de derrota.

¿Qué  estaba pasando?

Ni Te Quería TantoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora