Capítulo 34

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Ethan conducía por las calles casi solitarias, el paisaje nocturno brillaba por las luces de las farolas y las de algunos negocios aún abiertos;La tensión  y expectación eran casi palpables

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Ethan conducía por las calles casi solitarias, el paisaje nocturno brillaba por las luces de las farolas y las de algunos negocios aún abiertos;
La tensión  y expectación eran casi palpables. Liam,  sentado en la parte trasera, movía una de sus piernas en un gesto de desespero.
Habíamos salido de la casa de mi novio hacía menos de quince minutos,  e Ethan manejaba a gran velocidad. 
No había pensado lo suficiente sobre el posible problema al que íbamos a enfrentarnos: lo único que tenía  claro era que habíamos recibido una llamada de auxilio; y no podíamos ignorarla.

Podía ver la desesperación en los ojos marrones de Liam y eso me bastaba para comprender cuan significativo era el llamado. El auto dio la vuelta en una esquina y desembocamos en una de las cuadras más exclusivas del sector. La casa de Danna era quizá la más llamativa, de un blanco inmaculado, la puerta color caoba y un enorme patio delantero lleno de flores que adornaban los boquetes alrededor del lugar.

—No parece que haya nadie.—Comentó Ethan, deteniéndose en la acera.—Tal vez...
La frase quedó inconclusa cuando Liam brincó fuera del asiento y salio del vehículo,llegando a la entrada en lo que parecieron dos zancadas.

—Es más de media noche, ¿qué se supone que va a decir cuando le abran la puerta?—Dije, saliendo también y caminando hacia el chico.

Ethan me alcanzó y lanzó un brazo por mis hombros y atrajo a si costado.

—Creo que no piensa tocar.—Señaló con la barbilla, seguí su indicación y vi a Liam caminar hacia la parte trasera de la casa.

Mi ceño se frunció y tratamos de seguirlo, haciendo el menor ruido posible,para así evitar que nos arrestaran por irrumpir en propiedad privada.

—Voy s subir.—Informó el chico de ojos cafes, agarrándose de una pequeña escalera de emergencia que estaba pegada a la pared y que llegaba hasta una de las cinco ventanas que se veían en esa parte de la estructura.

—¿Es costumbre de ustedes colarse por las ventanas?—Susurré, abrazando por la cintura a Ethan. Sentía el vacío de la expectación en mi pecho y estómago.

—Admite que es jodidamente romántico.—Besó mi coronilla.—Además, no lo haríamos por nadie más.—Dejé que el calido sentimiento de sus palabras y su presencia calará dentro de mí, y calmará mis nervios.

No escuchamos ningún ruido por algunos minutos; ahí estábamos nosotros, en medio de la noche en el patio de una casa a la que ni siquiera habíamos sido invitados; si Danna estaba mintiendo, definitivamente esta era una grande.

La luz de una bombilla se filtró por la ventana, y escuchamos claramente la maldición que soltaba nuestro amigo, antes de que la casa pareciera despertar lentamente; como una princesa que había pasado mucho tiempo durmiendo. Ethan me jaló hasta la entrada principal y me pidió que fuera encendiendo el auto mientras el corría de nuevo hacia la vivienda. Vi como se iban encendiendo las luces, primero las de dos habitación que estaban a cada lado de la que supuse era la de Danna, luego las de las escaleras y eventualmente las del piso inferior.

Ni Te Quería TantoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora