Capítulo 42

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Mike

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Mike.

Su cabello estaba más largo, sus pómulos se marcaban demasiado, como picos de heladas y pálidas montañas, los huesos de sus clavículas eran prominentes, haciéndola lucir demacrada.
Wendy parecía opaca, sin colores: como a blanco y negro.

Su cabello caramelo se agitaba con una suavidad mecánica, mientras estaba apoyada en la baranda del viejo puente  sobre un pequeño lago del parque central de esa ciudad.

Estaba delgada, muy delgada, y eso le daba el aspecto de una niña pequeña y frágil.

Mi corazón dió una sacudida, y por un momento me sentí mareado. Dejé de respirar con normalidad cuando sus ojos profundos conectaron con los míos.

—Mike.—Su voz lenta, como arrastrada caló hasta lo más hondo de mi ser. Nunca me había gustado tanto mi nombre como en las dos ocasiones en las que Wendy lo pronunció.

Sonreí, tratando de fingir que no me acababa de dar cuenta de que seguía profundamente enamorado de ella.

—Hola.—Respondí, dando los últimos vacilantes pasos hasta que nos separó solo un metro de distancia y una barrera inquebrantable e invisible de miedos, dudas y otras emociones que no lograba leer en la pequeña rubia frente a mí.

Wendy escrutó mi rostro, pasando luego su mirada por el resto de mi cuerpo. Me quedé estático, sin ser consciente de que retenía la respiración mientras ella realizaba su escrutinio.
Después de unos segundos, sonrió.

Creí que el brinco que dio mi corazón en esos momentos me tiraría al suelo.

—Parece que estas bien.—Comenzó a decir, metiendo un mechón de cabello color trigo tras su oreja.—Me sorprendió mucho tu llamada.—Apartó entonces su mirada, y la puso sobre el agua verde moho bajo nosotros.—No sabía  si venir o no.—Confesó.

Un nudo se instaló en mi garganta, pero me obligué a tragarlo, mientras intentaba imitar su postura, reuniendo valor para apartar los ojos de ella.

—Lamento si he sido inoportuno.—Dije, con voz carrasposa.—Pero necesitaba... Verte.

Se abrazó a sí misma, y la vieja sudadera gris que llevaba parecía quedarle, por lo menos, cuatro tallas más grande.

—Realmente no quería verte, Mike—Soltó, suavemente, pero incluso así, mi pecho crujió.

Enamorarse podía ser una experiencia demasiado cruel.

—Wendy...—Decir su nombre era como admitir en voz alta que la necesitaba tanto como la amaba.

—Pero entonces comprendí que esta era mi oportunidad para despedirme de la manera que te mereces.—Me interrumpió.

No.

No quería escuchar sobre eso. Aunque sabía que era un evento insorteable.

—¿Qué me merezco?—No pude evitar la nota de amargura que tiñó el tono de mi voz.

Ni Te Quería TantoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora