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"Sojung, sonrisa."




—¿Cómo estás? —negué— Sowon, trata de entenderlo, todavía es demasiado duro para él.

—¿Y para mi no lo es? —no eleve la mirada, solo me concentre en mis manos unidas.

—Lo sé, pero... —no pude no interrumpir.

—Ella era mi mejor amiga. —senti como se formaba aquel nudo tan familiar sobre mí garganta.

—Y tu eras la suya. —agradecí el tacto de su mano sobre mi espalda, un dulce gesto de apoyo.

—Fue su culpa... —mis ojos comenzaron a titilar. No quería llorar.

—De cierto modo. —susurro luego de un suspiro— Pero, tú te tomaste el tiempo que creíste necesario.

Sus ojos se posaron sobre los míos, y en su mirada veo reflejada tantas emociones, el brillo en sus ojos denota tantos sentimientos.

Desbordan sentimientos... que comprendía completamente.

Se que no era del todo su culpa.

—Entiendo. Pero no me pidas que lo acepte, porque no lo haré, no puedo. Simplemente...

Posó su mano sobre mi hombro, brindándome seguridad.

—Descuida. —sonrió, permitiendo que sus hoyuelos simpaticen con mi aflicción.

—No puedo y no creo poder...

—Oh vamos, eres Kim So Jung, la mujer que posee el corazón de una madre. Y aunque te cueste admitirlo, se que te duele verlo así.

Ella no hubiese querido verlo de este modo, eso lo sé muy bien.

—Eres terrorífico, Kim Nam Joon. —sorbi con una sonrisa mi nariz, negué agradecida por su cuidado.

—Y tu encantadora. —declaró con una tierna sonrisa que nuevamente desvela sus encantadores hoyuelos.

Como una perdición para mi.

—¿Cómo esta Jin? —sobe mis mejillas, y me obligue a sonreír, no deseaba preocuparle más.

Lo siento oppa. —Nam suspiró para continuar.




—Es hora. —susurre para mi mismo, armandome de valor para golpear esa puerta— Sal. —le pedí, pero no recibí más que silencio.

Volví a golpear con mis nudillos, no le dejaría pasar por alto tan vil comportamiento como si nada.

—¡Yah! —exclamé golpeando con mucha más fuerza.

—Hyung, déjame hacerlo. —volteé a ver a Hoseok, y en su rostro reflejó verdadera preocupación.

—No.

—Pero...

—Llegaras tarde al trabajo. —comentó Yoongi, acercándose hacia nosotros.

—Es cierto. —afirmó Hoseok.

—Y ustedes al instituto, —frunci el ceño— ¿dónde está Jimin?

—Él... decidió salir temprano, me levanté y ya no estaba. —negó, era imposible no notar la tristeza de Hoseok.

Suspiré— Ve, animalo, te necesita. —asintió— Sus horarios son apretados, yo me las arreglaré en el trabajo.

—¿Cómo? —cuestionó cruzado de brazos.

¡No soy ella!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora