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"Namjoon, necesito."




Lo consiguió, por lo general soy yo quien brinda las sonrisas, pero en esta ocasión fue diferente.

No tenía ganas de sonreír, y aún asi, lo hizo, sonreía.

Cada una de las difícil horas que aprecie transcurrir, repleto de pesadez mediante las clases, ahora me resultan distantes. Y es que tan solo su recuerdo en mi mente, verla en los recesos y apreciar su honestidad de frente, en verdad me hacia sentir... feliz.

No pude evitar sonreír enternecido.

—¿Ahora de qué sonríes? —volví hacia mi costado para observarlo.

—¿Está mal? —susurre preocupado.

—¿Qué cosa? —preguntó confundido y le mire completamente desentendido.

—Muy bien, jóvenes Park y Jung, ¿quieren comentarle al director su gratificante charla?

—¿Eh? —levanté la mirada hacia nuestra mayor, auto señalandonos con incertidumbre.

—Si, ustedes. —no pude decir algo más, pues continuó con seriedad— Joven Jung se ve demasiado distraído.

—El bichito del amor. —escuche a Jeongyeon comentar y ante aquel murmullo, la clase solo rió a gran voz, ocasionando un intenso calor en mis mejillas y un leve balbuceo de mi parte.

—Ya es suficiente, vamos salga del aula, tomé aire y hablé con el director.

—Pero... —mi semblante decayó en la misma inseguridad.

—Él no hizo nada malo.

—¿Usted también lo quiere acompañar joven Park?

Observé a mi costado, con un grato suspiro afirmó sus manos sobre el pupitre y corrió la silla,
levantándose del asiento.

—Un placer. —los murmullos volvieron hacerse oir y el gritó de la profesora no tardo en resonar.

—Lo siento. —sonreí apenado para con nuestra profesora y no perdi el tiempo en levantarme para seguirle.

Al cruzar por esa puerta camine derecho para doblar a mi izquierda, alcanzandolo.

—Jimin, ¿qué pasa contigo? —negó— Si es por lo que dijo Jungkook, olvídalo. Solo está enojado y no sabe lo que dice.

—Claro... —susurro.

—Hey, —tome su hombro, deteniendole— la herida tarde o temprano sanará.

Sus ojos se elevaron, observándome por un momento en silencio, sonreí.

—Pero uno, ya no es el mismo. —dicho aquello, avanzó.

Su timbre de voz me resulto inquietante, me resultaba imposible no preocuparme. Suspiré angustiado por la oscuridad que se encuentra en su interior, temiendo que algún día lo devore por completo.

—¡Espérame!

Debes ser fuerte Hoseok, hay gente que te necesita.




—¿Y bien? —eleve la mirada vagamente sobre ella, sostenía sus libros sobre su pecho con una tímida sonrisa.

Se encontraba esperando por mi detrás de la puerta, al dar por finalizada la última clase del día.

—¿Qué haces aquí?

—¿No es obvio? Me preocupó por tus notas. El profesor Kim me pidió que te vigile, al menos en su materia, dice que tienes potencial pero sueles desperdiciarlo.

¡No soy ella!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora