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Hace una semana regresamos de aquel campamento...

Mentiría si dijera que desde entonces no me he acercado  un poco más a Sinb. Y es que ella se volvió de cierto modo, una buena confidente.

—Anda, otra vez. —volví a recrear el mismo paso de baile que no le gustó— Otra vez. —demandó con una mirada critica y analítica sobre todo mi cuerpo.

Hace una hora que me encuentro practicando el mismo miserable paso, una y otra vez. Pienso que...

—De vuelta. —ordenó de brazos cruzados, resignado suspiré.

Maldita sea, sigue siendo igual de imparcial y obstinada que el primer día que la conocí, algo que me encabrona pero, en cierto punto... me la recuerda tanto.

Logre escucharla suspirar, repleta de frustración.

—Jungkook, ¿esto es un juego para ti? —apenas lograba respirar correctamente debido a la agitación.

Me encamine hacia la punta del salón e inclinarme a sujetar la botella de agua parada en el suelo, dispuesto a beber e ignorarla sin perder los estribos.

—Porque no es un juego para mi, creo habertelo dicho. Le estoy dando tus informes al profesor. —mordió sus labios para negar— Honestamente siento mucha furia, tu talento es nato pero, ¿dónde mierda están tus emociones?

Y ahí es donde difiere con mi Eunbie, ella dice y actúa de un manera mucho más frontal, con rudeza y crueldad. No es para nada femenina. No es como tú, mi dulce bunny.

—Hablo en serio, sino puedes exprimir tu talento... ¡Vete! no me hagas perder tiempo, podría estar en mi rutina pero no, estoy aquí contigo. ¿¡Para qué!?

—No es mi culpa que no seas tan talentosa.

—Ashh, eres un idiota. —no dudo en acercarse hacia el reproductor para marcar una canción en especifico.

Spring day.

Comenzó a improvisar una coreografía realmente preciosa. Sera porque tanto ella como el baile se vuelven uno solo. Sus pasos eran delicados, armoniosos, la postura de su cuerpo y la posición de sus extremidades perfectamente sincronizados con delicadeza.

El reflejó de su semblante, el brillo en sus ojos e incluso la forma en que sus pequeños labios se abren levemente jadeando por lo bajo. Todo su cuerpo en completa sintonía con la melodía, y aquella deprimente lírica sin igual.

—¿Por qué crees que me esfuerzo diariamente? —la canción finalizó— Realmente amó lo que hago... porque esta es mi pasión.

Aprecie su pequeña figura, sus piernas se encontraban sosteniendo todo el peso de su cuerpo desde el suelo y todo debido al último paso que requirió de una vuelta sincronizada, junto a un hermoso juego de brazos y pies.

—Entiende esto, con lágrimas no se recupera lo que perdiste por orgullo.

Fruncí el ceño, indudablemente ella podía lanzar el dardo de su ataque justo en el blanco de la herida.

—El mal genio puede meternos a veces en serios problemas, pero es el orgullo el que no nos deja salir. —se reincorporó sobre sus propios pies para acercarse hacia mi— ¿Por cuánto tiempo seguirás encadenado a ese macabro orgullo?

Te escribo todos los días, a causa de mi propio herido orgullo, tal vez porque... cómo lograr olvidarte, si eres todo lo que necesitó.

—¿Cómo cerrar los ojos si eres la única persona a la que me interesa ver feliz? —fruncio el ceño, negando.

¡No soy ella!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora