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Fue entonces que lo vi con mis propios ojos, cual loco perdido en medio de una gran penumbra. Al borde del acantilado.

—Lo siento... —le oí susurrar, quise llamar por él, pero las bocinas irrumpieron mi voz en el teléfono.

Siento como el corazón se detuvo por un segundo sobre mi pecho, una cuadra nos distanciaba, corrí con mis mayores fuerzas para poder cruzar trás él.

Ahí se encontraba, cruzando la avenida, cuando el semáforo marcaba en verde.

Mis ojos aterrorizados observan como los autos apenas logran esquivarlo, apenas logre cruzar sana y salva cuando tome su brazo desde atrás. El semáforo marcó la luz amarilla, sus ojos voltearon a verme, me apropie de su muñeca, tirando de esta y obligandolo a caminar hacia la vereda contraria.

Una vez a salvo en la orilla de la vereda, mis rodillas flaquraron e incliné a tierra mi cuerpo para tomar aire y respirar correctamente. No logró asimilar lo que se encuentra pasando.

Jungkook, ¿había querido suicidarse?

La lluvia caía, los autos pasan, siento mucho calor a peser de encontrarme completamente mojada, y la furia me carcome.

—Yo... —luego de un gran silencio fue lo único que logró articular.

Mi cuerpo reaccionó por si solo, de un segundo a otro me encontraba de pie dándole una fuerte bofetada, pero él no dijo nada, guardo silencio. Sentí el agua salada y cristalina brotando de mis ojos.

—Maldito... —no pude hablar, porque mis lágrimas ganaron. Lloré con fuerza, llena de impotencia, repleta de frustración, de agonía— Si no llegaba... si yo no... —golpeé su pecho sin fuerzas— ¿Por qué? —solloce desorbitada— ¿¡Por qué demonios!?

—Lo siento. —levante la mirada, con mis ojos nublosos debido al llanto y las gotas de lluvia que caían.

A pesar de la dificultad, logré divisar su mejilla roja, cortesía de mi poca empatía. Su rostro de por si se encontraba golpeado, sobe mi nariz bajando la mirada, y precie sus puños, los nudillos de sus manos se encontraban rojos debido a los golpes que brindo.

—Tú... —debía insultarlo, tenía todas las intenciones de herirlo con la artillería pesada y las más crudas palabras. Pero de qué me serviría eso ahora.

Un dilema mental me acongoja. ¿Qué puede ser tan duro de sobrellevar como para desear y querer quitarte la vida?

Por lo cual me abstengo de hacer o decir algo por lo que pueda llegar arrepentirme. Volvi a él para poder abrazarlo. Un abrazo fuerte, desesperado, con un inquebrantable miedo a llegar a perderlo... ¿Por qué? Ni siquiera yo misma lo entiendo.

Pero mi corazón se encuentra afligido, demasiado... temia encontrarme en un estado de negación. Tal vez, delirando. El temor de nunca haber llegado a tiempo, de que él ya no se encuentre justo aquí y ahora.

Por lo mismo me aferre aquel abrazó sin importarme las condiciones del momento. Me aferre a su pecho para poder escuchar sus latidos y asi obligarme a comprender, que él verdaderamente se encuentra aquí y ahora, conmigo.

••••••

Terminé de preparar las cobijas de cada uno, para poder vestirme con mi pijama y salir a verlos, Yerin quedó profundamente dormida en el sofá, Tae decidió dormir a su lado, pues su cubrecama se encuentra justo debajo del sofá donde ella descansa.

¡No soy ella!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora