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“Taehyung, memorias.”




—Basta hyung, cálmate. —Hoseok resultó vergonzosamente ignorado— Jin, hyung te estoy hablando.

Pero el timbre de voz y el semblante del menor se apagaban cada vez más, era jodidamente triste.

—Yoongi, —voltee a verlo— ¿tú no tienes amigos? —preguntó aquel niño de tan solo doce años. Me limite a contestar con una simple negativa— ¡Yo seré tu amigo! —sonrió repentinamente— Mi nombre es Jin, Kim Seok Jin.

—¡Hyung cuidado! —el grito de Hoseok al compás del ruido producido por dicha frenada, consiguió  despertarme de aquel viaje trance.

—Mierda... —maldije.

•••••

—Yuna, ¿estás bien? —me apresure en acercarme hasta la más alta, percatándome de su condición.

—Unnie... —susurro casi inaudible.

—Ella esta bien. —voltee ante el chico que me dedicó una sonrisa. Volvi nuevamente hacia la más alta a mi lado.

—¡Yahh! —reprendi sobresaltandole— ¿Cómo te atreves?

Mi voz era únicamente irrumpida por los leves golpes brindados a su trasero, depositados por mi parte con mayor frecuencia.

—U-unnie, ya basta. Yewon unnie, por favor... —intentó alejarse de mi.

—¿Sabés lo preocupada qué estaba? —frunci el ceño— ¿¡Eh!?

—¡BAD BOYYYYY~! —ambas volteamos repentinamente en dirección de aquel timbre de voz.

—¿Unnie? —indago mi Yuju apreciando a la muchacha del centro.

—¿La conoces? —voltee a verla.

—Pues, ella... —de repente, el chico que acompañaba a mi pequeña se apresuró a socorrer a aquella muchacha.

—Oye, espera. —sostuve sus manos antes de que se alejara tras él.

—Unnie, lo siento, debo ayudar a Yennie unnie. —reverenció apenada para correr tras su amigo con gran preocupación.

Suspire tras sonreír al ver como corría detras de su nueva amiga.

—Al fin vuelves a ser tu misma pequeña. —susurre.

Observé como ambos le sostenían, entre ellos un muchacho alto de tes canela que no había visto antes.
Mientras cada uno la sujetaban de cada lado, el acompañante de Yuna sostenía un bolso, el cual considero se trata del de la joven.

Entonces recorde el extraño mensaje de voz en mi buzón.

"Unnie~, ¿por qué nos cuesta tanto expresarnos?... será que... ¿somos masoquistas?... es decir, uno vive como si nada pasará pero... no debería ser así. Es nuestra propia mentira, nos mentimos... ¡no sabemos sonreír! quizás y no deba..."

El mensaje sonaba distorsionado a causa del fuerte ruido de tras fondo y justo en ese momento ella resultó interrumpida, por lo que cortó la llamada. Dejandome casi al borde del colapso mental.

Escuché el mensaje bastante tarde, demasiado diría, y realmente temía lo peor...

Negué con mi cabeza despejando los malos pensamientos que figuraban torturandome.

—Pequeña tonta... fingir que no duele, solo dolera el doble.

Sin más, solo dirigí mis pasos hasta lograr alcanzar a esos cuatro muchachos.

¡No soy ella!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora