Capítulo 1.

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La noticia que rondaba por toda la empresa nos tenía a todos los empleados consternados y sorprendidos.

¿Quién se atrevió a asesinar al hombre más millonario de San Francisco?

Era una duda que muchas personas tenían. Era una duda que nadie había podido resolver. Ni siquiera los mejores detectives.

—Y bueno, por esta situación, nos veremos obligados a cambiar los puestos y contratar un poco más de personal —comunica el directivo que quedó encargado de la empresa, el señor Joseph White—. Yo sé, y entiendo, que muchos de ustedes ya están acostumbrados a lo que hacen diariamente, a su rutina y a sus jefes, pero lamentablemente es un cambio, que es, prácticamente obligatorio, y no podemos hacer nada más.

—Cada asistente que será re acomodado, será mencionado y pasarán al departamento de organización para darle su nuevo puesto y explicarle un poco de ello. ¿Están todos de acuerdo? —habla la señora Victoria Hansen, viuda del dueño. La mayoría asiente a su pregunta.

Mientras ella busca la hoja para empezar a mencionar a los trabajadores, yo cruzo los dedos para que a mí no me cambien.

—Señorita Caroline Gomez, señorita Leslie Johnson, señor Jamie Maslow, señor David Lister, señor John Watson y señorita Roxanne Bennet.

Ay, no.

¿Por qué yo?

Caroline me mira con tristeza, sé que ella quería conservar su trabajo con el señor Evan, pero no hay más que hacer, así es esto, y poco a poco nos tendremos que acoplar a los cambios.

—Es todo por hoy —dice el señor White y señala hacia la puerta—. Pueden retirarse.

Suspiro.

Sólo espero que mi nuevo jefe sea igual de tolerante y amable como lo es el señor Vladimir Peterson.

Camino hacia mi lugar, que es en un escritorio fuera de la oficina de mi jefe, recojo la caja que me han dejado en el suelo y comienzo a guardar todas mis cosas.

—¿Por qué recoje sus cosas, señorita? —el señor Peterson, mi jefe, llega con un vaso de café en la mano y me mira alzando una ceja.

—Cambiaron mi puesto —le informo—. ¿No lo sabía?

—Uhmm... No —niega—. ¿Por qué?

Uy, parece que anda un tanto perdido con ese viaje que se dio.

—Por lo que pasó con el señor Hansen.

—¿Qué le pasó a Alexander? —frunce el ceño sin entender—. ¡¿Por qué yo no me entero de nada?!

—El señor Hansen fue asesinado el viernes pasado por la noche, ¿de verdad no lo sabía? —al decirle aquello abre los ojos más de lo normal y se cubre la boca.

—¿¡Qué me estás diciendo!? —se pone como loco, deja la taza de café en mi escritorio y se tira del cabello—. No puedo creerlo.

—Y entonces yo tengo que cambiar de puesto porque...

Me veo interrumpida porque desaparece de mi vista en segundos.

Woah.

Cuando tengo todas mis cosas listas en la caja, entro a la oficina del señor Valdimir para dejar uno que otro documento en su escritorio y su agenda.

Tomo la caja y me dirijo hacia la ventanilla de organización. Ahí me dan las debidas indicaciones y me dan una nueva agenda, además me dicen que seré la asistente personal del señor Nickolas Hansen.

—Usted se sacó la lotería —la mujer me sonríe al darme un nuevo gafete—. El señor Nickolas es un hombre muy apuesto...

—¿Usted lo conoce?

—Sólo de vista, nunca he hablado con él, pero dicen que es caballeroso, amable y todo lo bueno que puedas encontrar en un hombre —sonríe.

—¿De verdad? —ahora tengo la esperanza de que no me irá tan mal como pensaba. Sinceramente siempre le tuve odio a los jefes malos y gruñones que salían en las películas o eran protagonistas de algún libro. Agradezco porque mi nuevo jefe no será así—. Bueno, me voy.

—Que tenga un bonito día —me dice aquella mujer.

—Igualmente —le sonrío y me dirijo con mis cosas a mi nuevo escritorio. Camino entre tantas personas que andan de un lado a otro con papeles, papeles y más papeles.

Llego a mi escritorio y comienzo a acomodar mis cosas en el. Saco mi laptop, la agenda, mis lápices y bolígrafos, y una que otra libreta.

Ahora sí, estoy completamente lista para iniciar de nuevo.

Toco la puerta de madera de la oficina y al no ser abierta, decido abrirla por mí misma. No hay absolutamente nadie.

Un punto menos para el jefe, es impuntual.

—¡Rox! —escucho la voz de Caroline y volteo mi cabeza para mirarla—. ¡Me ha tocado justo ahí! —señala el escritorio que está a dos metros del mío—. ¿Ya conociste a tu jefe? La mía es la hija del señor Hansen, se llama Evah, y al parecer es amable, aunque prefiero a Evan.

—No, no he conocido a mi jefe —voy a sentarme mientras ella llega a su escritorio y acomoda sus cosas—. El señor Nickolas no ha llegado.

—¿Te tocó el hijo del señor Hansen? —abre la boca sorprendida—. ¡Que suerte! Te envidio.

—¿De verdad está guapo? Yo ni siquiera lo conozco...

—¡Obvio sí! ¿Qué no ves la televisión? ¡Sale en todos los noticieros!

—Bueno, yo nunca lo he visto —murmuro—. Además, no vengo a ver si mi jefe es guapo o no, vengo a trabajar.

Carcajea.

—Sí, claro...

—¿Por qué lo dices en ese tono, maldita? — me río—. No me meteré con mi jefe.

—Sí, claro —vuelve a decir en el mismo tono—. Si hasta hace poco te gustaba Vladimir...

—¡Silencio! —la riño—. ¡Cierra la boca!

Se ríe.

—Yo nunca tuve nada que ver con el señor Vladimir —susurro—. Fue una malinterpretación tuya.

Se vuelve a reír sin creérmelo.

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