Capítulo 21.

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Camino con Vladimir a mi lado, de regreso a mi oficina. Él viene muy preocupado por la noticia que acabamos de recibir.

—No puedo creerlo —murmura—. Le prometí a tu padre que siempre cuidaría de su empresa y no lo estoy haciendo de la manera correcta.

—No te culpes, Vladimir —palmeo su hombro—. Lo que tenemos que hacer ahora es buscar al responsable, ¿de acuerdo?

—Oh, oh —dice mirándo hacia el frente—. Te están ganando a tu chica.

Frunzo el ceño y miro hacia donde mira él. Roxanne está abrazando al chico este... ¿Daniel? Uhg, ¿qué es lo que hace él aquí?

Miro que después comienzan a hablar en voz baja, como si no quisieran que nadie más escuchara su amorosa conversación.

—¡No, no, no! —Vladimir carcajea—. No puedo creerlo. ¡Mira tu cara! ¡Por Dios! Al menos disimula.

—¿Disimular qué? —frunzo el ceño y lo miro a él.

—Tus patéticos celos —sigue burlándose—. Y luego dices que no te gusta.

—Se te ha safado algo ahí dentro, ¿verdad? —señalo su sien y me burlo de él—. Porque definitivamente alucinas.

—¡Por supuesto que no! ¡Me he dado cuenta de cómo la miras! —me mueve para que vuelva a ver a Roxanne—. Estás loco por ella.

Miro que ella sigue hablando con Daniel, sonríen algunas veces y antes de despedirse, Roxanne besa su mejilla.

Me aclaro la garganta y aparto mi vista.

—Date prisa antes de que sea muy tarde —hace una extraña voz y se aleja de mí.

Doy unos pasos hasta estar lo suficientemente cerca como para escuchar su conversación.

—Te necesito ahí temprano, ¿de acuerdo? —Roxanne lo señala—. Nos vemos en la noche.

Él balbucea una despedida y se aleja de Roxanne.

¿Tendrán algo estos dos?

Con sólo pensarlo un escalofrío recorre todo mi cuerpo.

—Roxanne —me acerco más hasta estar frente a ella—. ¿Podemos hablar?

Noto cómo se tensa. Seguro esconde algo, pero bien, no me importa lo que tenga con su amiguito.

—Sí, señor —pronuncia nerviosa. Hago una seña de que pase a mi oficina y así lo hace, después entro yo—. ¿Qué es lo que quiere hablar?

—Siéntate —señalo la silla frente a mi escritorio, ella accede y se sienta—. Necesito contarte algo que es muy delicado.

No aparto mi mirada de sus perfectos ojos grises.

—¿Pasó algo?

—Vladimir y yo descubrimos que alguien le ha estado robando a la empresa —digo en voz baja y tomo mi lugar frente a ella—. Y no sólo eso, también están lavando dinero dentro del Grupo.

—¿Qué? —su expresión denota confusión y siento que no me ha creído del todo—. Pero... ¿Cómo? ¿Quién? ¿Y por qué?

—Justo ahora no puedo contestarte esas preguntas —ladeo mi cabeza y suspiro—. Pero está confirmado, yo lo noté hace unos días y le dije a Vladimir, él arregló todo para que se investigara sobre esto y, de hecho, recién hablamos con la encargada del departamento de Administración y nos lo ha dejado más claro.

—Es que no lo puedo creer —niega varias veces con su cabeza y noto que traga saliva—. ¿Cómo se dieron cuenta?

—Eso es lo de menos —le resto importancia—. Tenemos que buscar una solución, porque si no...

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