Capítulo 25.

8.4K 438 30
                                    

Parte narrada por Nickolas Hansen.

Me es imposible ir hacia Roxanne y decirle todo. Cuánto quisiera hacerlo, pero no puedo.

Suspiro y me dejo caer en mi silla.

—¡Hola! —Catherine abre la puerta sin tocar y viene hasta mí para abrazarme. Pongo una mano en su dirección y ella se detiene.

—Uff —suelta un suspiro—. ¿Sigues enojado conmigo?

—Quiero que aclares todo esto y digas la verdad, Catherine —hablo con seriedad.

—¿Yo? —toma lugar frente a mi escritorio—. ¿Yo por qué?

—¿Qué? —frunzo el ceño—. No entiendo tu pregunta. ¿Cómo que por qué tú? Si no mal recuerdo, tú fuiste la que habló en esa entrevista cosas que no están pasando entre nosotros.

—Pero, Nickolas... Si yo hago eso, los medios me van a comer viva —habla con preocupación—. Tú sabes cómo funciona este medio.

—Sí, lo sé y por eso mismo quiero que desmientas todo.

Me mira queriéndome transmitir compasión.

—De acuerdo... Lo haré —acepta finalmente—. Pero si lo hago, tu me perdonarás y volveremos a ser los mejores amigos.

—Lo que digas.

—Bien...

—Señor Hansen —la puerta es abierta por Roxanne, se asoma y entra cuando le he hecho una seña—. Necesito hablar con usted... A sólas.

Quiere hablar.

A sólas.

¡Por Dios! ¡Ha aceptado hablar conmigo!

—Catherine, necesito arreglar un asunto con Roxanne —me pongo en pie—. ¿Te parece si hablamos después?

—¿Tengo opción? —murmura descortés y después comienza a reír—. Era una broma, querido.

Señalo la puerta con mi mano y ella rueda los ojos antes de salir.

—Roxanne, necesito explicarte muchas cosas que...

—Llamé al señor Jonas para ponernos de acuerdo para llevarle la medicina que nos comprometimos a comprar —me interrumpe, su mirada expresa enojo, furia, pero también puedo notar esa pizca de tristeza—. Y quedé como una tonta cuando él me dijo que usted había ido personalmente a entregarle las medicinas.

—Fui en la mañana...

—Sí, me he dado cuenta. Pero no sé por qué —se cruza de brazos—. Yo he tenido la máxima discreción con este tema, le he ayudado y apoyado en lo que puedo, le he acompañado en todo, ¿para que usted me saque de la jugada de la noche a la mañana?

—Roxanne...

—No, no —mueve su mano—. Déjeme hablar, al menos lo merezco, ¿no? —me quedo en silencio esperando a que hable—. ¡Si no quería ir conmigo al menos me lo hubiese dicho! ¿Qué? ¿Fue con su novia Catherine?

—¡Catherine no es mi novia!

—Mire, ¿sabe qué? Ya he entendido todo. Ya sé lo que usted quiere y ya sé las razones de por qué lo hizo.

—Pero, Rox...

—Vamos a hacer algo —se aclara la garganta y me extiende un folder negro que contiene documentos dentro—, usted me firma mi renuncia, yo me voy de aquí y así le dejo tranquilidad en su oficina.

¿Renuncia? ¿De qué rayos habla?

—¿Cómo? —frunzo el ceño—. Roxanne, tú no puedes renunciar...

JEFEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora