Capítulo 50. [Final parte 2]

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Todas aquellas preguntas me inundaban el pensamiento.

¿Cómo fue esto posible? ¿Verdaderamente la vida le dio una segunda oportunidad para arreglar sus errores? ¿Por qué precisamente a él?

Le doy un trago más a mi vaso de vodka y limpio las lágrimas de mis mejillas.

Mi móvil comienza a sonar en la mesita de centro de la sala. Veo que es una llamada de Rox y lo alcanzo para responder.

—Hola, reina.

—¡Nick! —la escucho decir—. Mon roi, ¿cómo estás? Ya me enteré de todo, tu tío me lo dijo.

—Estoy muy confundido... O sea, claro que me siento feliz porque mi padre está vivo, pero... No lo sé, es mucho para mí.

—Lo entiendo. ¿Necesitas algo? ¿Quieres que vaya contigo al departamento?

—No, no. Prefiero que te quedes ahí. Hay mucho trabajo —le digo—. En unos minutos voy para allá, tengo que hablar con... Mi papá.

—Sí, claro. Él no se ha ido de aquí, está en la oficina de la señora Victoria.

—Bien.

—Te amo mucho.

—Y yo a ti, mi reina. Mucho, mucho.

—Bueno, tengo que colgar. Te espero aquí.

—Adiós, te veo ahí. Te amo.

—Nick, recuerda que todo sucede por algo. Todo tiene un propósito. Y si no quedaste bien con tu papá en su anterior vida, entonces trata de hacerlo ahora. La vida les dio una segunda oportunidad a los dos. Y él te ama muchísimo, él mismo me lo dijo.

Termina la llamada y lanzo el móvil al sofá.

Por supuesto.

No sólo la oportunidad se le está dando a él, sino a mí también. Hice tantas cosas mal con mi papá, lo juzgué demasiado sin pensar en que él daba su vida entera por nosotros.

Tengo que decírselo.

Me levanto rápido, tomo mis llaves y mi celular. Salgo de casa cerrando la puerta detrás de mí y me subo al auto para conducir velozmente.

En el camino voy pensando en todas las preguntas que tengo que hacerle, en todas las curiosidades que me pasan por la cabeza.

Después de unos veinte minutos, llego a la empresa y aparco el auto en el estacionamiento. Agradezco que no hay periodistas y corro hasta el elevador.

Estoy muy feliz porque mi papá está vivo.

Subo hasta el último piso, en donde está la oficina de Victoria. Salgo del elevador y veo por la pared de cristal que ellos se encuentran dentro, junto con Valentine, mientras ríen y platican.

Toco a la puerta y Valentine me abre. Me dedica una sonrisa y en un susurro me dice “sí es mi papá”.

Lo miro e inconscientemente las lágrimas me salen. Él se pone en pie y voy a abrazarlo.

—Perdóname —murmuro—. Papá perdóname por todo. Fui el peor hijo y entiendo que me odies.

—¿Qué estás diciendo, Nickolas? —me aparta y niega con la cabeza—. ¡Por supuesto que no te odio! ¡Yo te amo, hijo!

—No valoré todo el esfuerzo que hacías por nosotros, siempre te juzgué sin haberme puesto en tus zapatos.

—Mira, eso ya no importa —palmea mis hombros y me sonríe—. Lo importante ahora es que tú me perdones a mí por no haber tenido el suficiente tiempo para ti.

JEFEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora