Capítulo 18.

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Parte narrada por Nickolas Hansen.

Kitty y yo salimos a comer a un restaurante que no quedaba muy lejos de la empresa.

En verdad me alegraba que ella estuviese aquí.

—¿Qué quieres pedir? —le pregunto.

—Uhm... No lo sé —murmura viendo el menú—. Una ensalada —le señala la carta al mesero y este asiente.

—Yo quiero solamente una sopa —le digo—. Con dos copas de vino, por favor.

—Sí, señor. En un momento les traigo su comida —el mesero recoje las cartas del menú y se retira.

—¿Y bien? ¿Qué pasó con la idea loca de quedarte a vivir en Nueva York por el resto de tu vida? —la miro, ella suspira.

—La verdad te extrañé mucho —dice—. Y obviamente, no iba a desperdiciar esta gran oportunidad que se me presentó en tu empresa.

—Estoy seguro de que te irá muy bien —asiento con una sonrisa.

—¿Y a tí? ¿Cómo le ha ido al nuevo jefe del Grupo Hansen?  —dice en un tono formal y burlesco a la vez.

—Pues ahí voy... —ladeo mi cabeza—. Al principio no quería formar parte de ello, ya sabes, a mi me gusta más lo exterior. Pero Evah me obligó, literalmente. Y bueno, ya voy acostumbrandome.

—Claro —asiente—. ¿Tú eres el jefe de toda la empresa en sí? ¿O es Evah?

—No —niego—. La empresa está siendo dirigida por Victoria y por el señor Joseph White. Luego, Evah y yo somos los vicepresidentes y al final, el encargado de la tesorería es Vladimir.

—Mhm... Oye, ¿y cómo está Victoria? Escuché lo que pasó...

—Sí, bueno... Ella está a salvo. Pero, si necesita apoyo porque, según lo que me contaron, no la pasó nada bien en el secuestro. Afortunadamente ella y el chofer lograron escapar.

—Que bueno, en verdad me alegra que ya esté con ustedes —sonríe y le regreso el gesto.

—¿Te das cuenta que la última vez que nos vimos eramos casi unos adolescentes? —me río—. Tenías un granito aquí —señalo su frente.

—¡Cállate! —se ríe—. Yo jamás tuve granos.

—Por supuesto que sí.

Niega divertidamente.

—Te extrañé mucho —dice y me acaricia la mejilla.

—Y yo a tí —sonrío.




Después de dejar a Kitty en la empresa, le envío un mensaje a Roxanne avisándole que no voy a regresar, y que después seguiríamos hablando sobre el tema de la fiesta.

Al llegar a casa, voy a mi habitación y me pongo un atuendo deportivo. Decido ir a la habitación de Valentine y la encuentro durmiendo con los auriculares puestos.

—Valentine —la muevo un poco—. Hermanita.

Ella se remueve en la cama y abre los ojos poco a poco.

—Mhm —murmura—, ¿qué quieres?

—Tengo tiempo para jugar tennis, ¿qué dices? ¿Vienes?

—¡Sí, obvio! —se levanta rápido—. He esperado tanto tiempo para demostrarte lo buena que ahora soy.

Me río.

Siempre me he burlado de lo mala que era ella en el tennis, y por ello, Valentine decidió entrar a entrenamientos de tennis, lleva insistiendome desde hace mucho que juguemos, pero entre tanto lío no he tenido tiempo.

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