Capítulo 8.

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Parte narrada por Roxanne Bennet.

Bueno, al parecer el jefe no suele cumplir sus promesas. No me quiso explicar nada acerca de la licorería y lo que él tenía que ver.

Resoplo cuando hemos llegado al hospital más cercano, para buscar al hombre.

-¿De qué me sirve tanta universidad si usted me trae como su... -susurro pero me veo interrumpida por él.

-Mejor voy contigo -camina a mi lado-. ¿Sueles hablar sola o qué decías?

-Eh no, es que, suelo repetir las cosas en voz alta para que no se me olviden -murmuro. Él asiente, se coloca sus lentes oscuros y camina con la cabeza hacia abajo-.¿Por qué se esconde?

-Hay muchas personas -dice justo cuando pasamos por una sala de espera-. Las personas inventarán cosas si me ven en un hospital contigo.

Ajá, claro.

Saco mi celular y busco el nombre del señor encargado de la licorería.

-Henrik Jonas -le digo a mi jefe cuando nos hemos detenido-. Preguntaré por él.

Me acerco a una barra, la enfermera que se encuentra detrás de ésta me mira esperando a que yo hable.

-Hola, buen día. Quisiera saber la habitación del señor Henrik Jonas -le digo. Ella me inspecciona y achica los ojos.

-¿Usted es su familiar? -teclea en su computadora, luego de mirarme. Asiento-. Él está en la habitación treinta y seis, tercer piso.

-De acuerdo. Muchas gracias -asiento y vuelvo hacia mi jefe, él está desesperado, nervioso, y la verdad no sé porqué.

Quizá el hombre sea algún familiar o conocido de él, ¿no? Sí, seguramente eso es.

-La habitación es la treinta y seis, en el tercer piso. Vamos -le hago una seña y juntos vamos hacia el elevador, subimos, y cuando llegamos al piso buscamos la habitación.

Al encontrarla, abro lentamente la puerta, entonces vemos al hombre ahí. Conectado y rodeado de máquinas.

El señor Nickolas se acerca hasta estar a unos centímetros de la camilla. Lo observa. Parece que está angustiado por el hombre.

-Buen día -una enfermera llega y revisa que todo esté en orden.

-Buen día. ¿Nos puede decir cómo se encuentra el señor? -pregunto yo, ya que veo que el jefe no puede siquiera hablar.

-Está delicado. La bala afectó órganos vitales y la columna vertebral -menciona-. Los doctores están haciendo todo lo posible para que se salve.

Dicho esto, el jefe se va de la habitación sin decir nada.

-Muchas gracias -le digo a la enfermera-. Con permiso.

-Pase.

Camino rápido para poder alcanzar a mi jefe.








Estamos almorzando en un restaurante sencillo, cuando noto que el jefe se empieza a poner nervioso.

-De acuerdo -dice él mientras yo bebo de mi café-. Te lo voy a contar, pero te voy a pedir, por favor, que no me juzgues.

Frunzo el ceño. ¿No juzgarlo? Muy fácil.

-Mhm... Está bien -digo sin problema alguno.

-La otra noche, salí con un amigo, estabamos hablando de que yo estaba harto de todo y él me invitó a vivir una "aventura" -hace comillas con sus dedos-. La idea de todo esto, era ponerme en los zapatos de una persona que no tenga nada que ver conmigo. ¿Me entiendes?

JEFEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora