Capítulo 2

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Con su cálida sonrisa tan agradable, sus elegantes ojos marrón verdoso del tiempo, su porte tan elegante y esa piel levemente bronceada, dudo que alguna chica pueda resistirse a él. Mi hermano físicamente es deseable para cualquier chica (vidente o no, ya que hasta su tonada al hablar es atrayente), pero completamente inalcanzable. Al igual que yo [y diferencia de Sophie], es difícil de conquistar. Debo admitir, siendo completamente honesta, que nunca me he enamorado de un chico u hombre real. Carezco de interés hacia las personas, porque pienso que sus actitudes y las diversas personalidades que existen en el mundo, son demasiado predecibles; todo lo contrario al conocimiento ilimitado que nos permite comprender, conocer y hacer de este mundo al cual pertenecemos. Tanto él como yo, somos personas bastante curiosas; pero si hay algo que hasta el momento jamás ha obtenido nuestra atención, son los sentimientos y el afecto humano.

Marco ya se encontraba esperándonos en el aeropuerto donde el avión privado de papá posee un espacio reservado en su pista. Mi madre habló con él, y en tan solo diez minutos antes que hayamos decidido definitivamente que nos iríamos a Los Ángeles, aceptó.

Creo que lo único que me entusiasma de hacer este viaje es que, después de tanto, pasaré más tiempo (del que ahora acostumbramos pasar) con mi hermano mayor. Es lo único bueno y positivo...

- ¡Sonríe! Te van a salir arrugas en la cara. - Dijo Soso al verme observar a través de la ventanilla aquella soleada ciudad que por lejos podría compararse con mi hogar. Hubiese preferido que me enviaran a estudiar en Australia donde arañas más grandes que un bote de basura, serpientes venenosas y distintos tipos de insectos desagradables habitan, antes que aquí... Okey, puede que esté exagerando un poco porque realmente detesto los insectos y cualquier ser vivo que se acerque a mí.

- El único momento en el que voy a sonreír, será cuando me entere que papá ha cambiado de opinión respecto a obligarme a venir aquí y me ordene volver para estudiar en España o Reino Unido. Pasé tanto tiempo investigando universidades y carreras en Europa en vano...

- Eres increíblemente racista y quejumbrosa. - gruñó cruzada de brazos, sin apartar su mirada amenazante de mí.

- No sé de qué te sorprendes, si tú también lo eres.

- ¡No soy racista! Talvez se me haya escapado alguna vez uno que otro insulto hacia algunos latinos, asiáticos o canadienses; pero eso no quiere decir que los desprecie a todos por ser lo que son. Y respecto a lo de quejumbrosa... - Lo pensó durante un momento.- No tanto como tú.

- Sí, claro. - Negué con la cabeza, y para no decir algo de lo cual llegue a arrepentirme luego, opté por beber un gran trago de vino. El consumo de alcohol siempre mejora mi estado de humor, y ahora necesito bastante.

Para cuando el avión había aterrizado, yo ya me encontraba bastante animada. Mi entusiasmo por ver a Marco se había triplicado y mi desesperación por comer algo que me ayude a superar la ansiedad se habían apoderado completamente de mí, tanto así que mis deseos de tirarme del avión en movimiento desaparecieron por completo.

Sophie estaba muy inquieta, y no dejaba de observarse en un pequeño espejo para cerciorarse de que su maquillaje o su cabello estaban bien. Como si un millón de cámaras nos fueran a estar esperando al bajar. No estamos por asistir a uno de los desfiles de moda de nuestra madre.

- ¿Me veo bien? - Se puso de pie, cogiendo su bolso y dando una vuelta frente a mí para que observara su atuendo desde cualquier ángulo. Ella (a diferencia de mí) usaba un bonito vestido fresco de verano color verde que acentuaba perfectamente su cuerpo curvilíneo y permitía ver sus largas piernas de supermodelo, junto con un par de sandalias blancas con un moño en la punta, accesorios a juego y demás.

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