Capítulo 44 (Segunda parte)

909 106 2
                                    

Afortunadamente no vive lejos. En tan solo cinco minutos llegamos al edificio donde está viviendo y subimos por un ascensor. Él no se despegó de mí ni un segundo, hasta que finalmente entramos al gran departamento que me complacería mucho observar debido a su gran tamaño, pero en estos momentos en lo único que puedo pensar es en tomar este maldito medicamento de una vez por todas y la poca luz no ayudaba demasiado. Lo único que nos iluminaba eran las luces de fuera de la ciudad que entraban por esos grandes ventanales.

- Te daré agua. - me advirtió cuando llegamos hasta la gran cocina y sin tardar me entregó un vaso con agua el cual yo acepté rápidamente. No sé en qué momento lo hice, pero en un instante ya me había tragado aquella maldita pastilla.

Poco a poco comenzó a surtir efecto en mí y ya podía respirar con normalidad. El dolor finalmente se había disipado y yo ya no sentía la necesidad de huir, aún que sí la de morir porque cuando elevé la mirada y mis ojos se encontraron con los de Jey, pude notar que estos no reflejaban nada bueno...

- ¿Desde cuándo debes consumir medicamentos para la arritmia? ¿Por qué? -Preguntó con tono bastante serio, y me gustaría mucho poderle decir que eso no le incumbe en lo más mínimo pero no puedo. Él merece saber esto, aún que no sé bien cómo decírselo de una manera que no se llegue a transformar.

- Yo... yo los necesito desde hace ya mucho tiempo. - confesé.- Más de... más de un año, para ser exactos.

- ¿Más de un año? ¿Dependías de estos medicamentos cuando me fui?

- No. Comencé a depende de ellos después de que... de que te fuiste.

- ¿Por qué? - Exigió saber bastante serio, y yo le aparté la mirada. No puedo hacerlo.- Costanza dime ahora mismo por qué.

- Yo... después de que te fuiste, luego de nuestra discusión tuve cierto problema. Yo... sufrí un ataque cardíaco. - Al decir eso sus ojos se abrieron enormes, llenos de sorpresa pero también horror.

- Cómo que... tú...

- Mis síntomas comenzaron aquel día que fuimos a la playa juntos. Cuando me ahogué mi cuerpo se paralizó y sufrí una especie de advertencia, pero durante meses me negué a aceptar que realmente podría ser algo grave hasta que... unos minutos después de que te fueras sucedió. Amanecí al tercer día en el hospital junto con Marco y Sophie. Ellos... ellos dijeron que si no hubiese llegado al hospital a tiempo habría... yo...

No podía seguir hablando. No podía mirarlo a los ojos porque el horror reflejado en ellos era demasiado para mí. Comencé a llorar involuntariamente debido a la impotencia de no pode hablar, hasta que sentí ese par de manos cálidas tomarme por los hombros firmemente para ayudarme a volver a la tierra y acabar de explicar.

- Costanza mírame a los ojos y dime que... que... mientras yo no... tú...

- Los médicos dijeron que me había salvado, pero yo solamente quería morir. Tú te habías ido y yo me encontraba allí en esa estúpida camilla sin siquiera poder respirar. Me sentía tan impotente y estúpida por no... no haber sido capaz de hablar antes y... cuando me dijeron que me tendrían que someter a una cirugía especial a corazón abierto pensé...

Él me soltó de inmediato y se alejó de mí para comenzar a caminar nerviosamente de un lado a otro. Se llevó una mano a la boca y caminaba a mi alrededor sin dirigirme la mirada por mucho tiempo, porque cuando lo hacía sus ojos se ponían vidriosos y yo lloraba aún más.

- Soy un maldito imbécil. - Maldijo agarrándose la cabeza y tirando de su cabello con fuerza.

- Marco intentó contactarte pero tú no respondías. Para cuando yo desperté ya te habías ido...

Arte etéreo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora