Capítulo 34

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Al llegar a Los Ángeles sentí la enorme necesidad de mandar todo al diablo en mi vida y volver a mi país. No solamente el clima me disgustaba nuevamente, sino también las personas. Lo único que me anima a mantener "buena cara" es recordar lo bonitas que fueron nuestras vacaciones.

Lo bueno dura poco, y la tortura una eternidad.

Dejamos a Jey en su casa y nosotros a la nuestra. Desde ahí directamente me era imposible tener buen humor. Al llegar, directamente subí a mi habitación y me encerré ahí durante el resto del día. Para ocupar mi mente en algo que me ayude a no lamentarme, tomé todos mis libros y cuadernos y me obligué a repasar. No quiero olvidar nada, o lo más mínimo podría ser un completo desastre para mí.

Detesto este lugar, y nunca voy a cambiar de opinión.

Nuestros días en Sicilia fueron aún mejores que en Milano, y de sólo recordar cada momento que Jude y yo aprovechamos para estar juntos una gran sonrisa se dibujaba en mi rostro. Inconscientemente cada momento tomaba el anillo o la cadena de oro que él me obsequió, y la llevaba hacia mis labios. Era como si una parte de mi cerebro estuviera concentrada en estudiar mientras que otra parte de mí aún estuviese recordando cada momento que tuvimos juntos en Italia.

- No hagas ruido. - Murmuré por lo bajo mientras me sentaba frente a Marco y maquillaba su rostro con el kit de Soso. Jude lo sujetaba cerca de mí para que pudiera tener las cosas a mano. El idiota se había quedado dormido en el sofá después de que viéramos La novicia rebelde. ¿Cómo no aprovechar un oportunidad así?

- Si fuera malvado y tuviera un mal corazón le sacaría una foto para publicarla en la página oficial de la universidad.-Comentó Jey intentando reprimir una fuerte carcajada.

- Pero yo sí. - En ese momento apareció Sophie y me tomó una foto junto con Marco. Yo besaba su cabeza mientras apretaba sus mejillas para que esos bonitos labios gruesos color carmesí sobresalieran.- Directo a Instagram. -Murmuró malvadamente, y de verdad lo hizo.

Lastimosamente que la foto no duró demasiado porque cuando el odioso despertó hizo tal escándalo que pensamos que nos iba a golpear a todos. Nos quería matar, y con cada carcajada su ira aumentaba cada vez más. ¡Ha! Y después dicen que la más violenta de los tres soy yo.

No puedo evitar reír de solo recordar ese momento y muchos otros más en los que junto con Sophie aprovechamos para huir de casa. Ella obviamente de dirigía a un lugar diferente al nuestro, pero de todas formas también necesitaba deshacerse de Marco.

Somos todo un caso.

Al caer tarde en la noche del mismo día que volvimos a California, mi estómago comenzó a reclamar algo de comida con qué llenarse. Realmente no deseaba salir de la cama y mucho menos hacer el esfuerzo de bajar, pero definitivamente el maldito no dejará de torturarme hasta que obtenga algo de comer.

Estaba a punto de ponerme de pie, hasta que un llamada inesperada interrumpió mi inspiración y volví a dejarme caer sobre la cama para contestar con una gran sonrisa en mi rostro.

-Buenas noches. - Saludé alegremente como si en todo el día no hubiese estado maldiciendo la ciudad y a cada persona que firma parte de ella.

- ¿Ya es de noche? Me lleva... -Lo oí gruñir con voz cansada y ronca.

- ¿Estabas durmiendo? Das vergüenza, Hall.

- Llegué tan cansado que pensé tirarme en cama por un momento, pero creo que inesperadamente sin darme cuenta quedé totalmente dormido. Recién despierto y pensé en llamarte. Creí que era la tarde...

- ¿Acaso no viste la hora en tu teléfono, tonto? -Sonreí divertida de solo imaginarlo totalmente desaliñado y sin la noción del tiempo sobre su cama.

- No... Carajo, son las doce de la noche. -Lo oí maldecir al otro lado y automáticamente negué con la cabeza.

- Yo estudiando todo el día para no perder el hilo del mundo y tú roncando como si no le debieras nada a nadie...

- No quería despertar. -Comentó con voz aún más ronca.- Tuve un sueño increíble. Tú estabas en él.

- ¿Ah, sí? Y qué sucedía.

- No te puedo decir con exactitud todos los detalles...

- Pervertido. Me das asco, Jey. -Tuve que regañarlo por si las dudas haya sido algo no muy apto para menores de edad. Aún que en realidad a mí no me ofende. Yo he soñado cada situación desde que nos besamos por primera vez...

- ¡No fue eso! Es... es solo que podría sonar demasiado obsesionado si te lo contara. Si sucedió algo indebido, no pude verlo.

- Desgraciadamente. -Me atreví a decir, porque estoy segura de que esa palabra fue la que resonó en su mente después de acabar la frase.- Mientras yo me haya visto bien en tus sueños y no como el desastre de ese último día de diciembre, no tengo queja alguna.

- Te veías increíble. -Comentó con voz relajada y soñadora, como si la imagen volviera a su mente de inmediato. Quizás me equivoque y en realidad mi mente es la que se lo imagina a él así, pero de solo pensarlo siento mi rostro arder y mi corazón latir con fuerza.- No como en la fiesta de fin de año, sino como la ves que te conocí. Quizás haya sido el mismo atuendo, pero había algo en ti que me hacía sentir más imbécil de lo que estoy.

- ¿De verdad necesito hacer algo para que te vuelvas más idiota de lo que estás? Suena imposible.

- Pero lo es. ¿Sabes? Extrañamente en una parte de mi sueño tú y yo estábamos en una playa. Me resultó un tanto extraño ya que normalmente lo detesto, pero lo pasábamos tan bien que se me ocurrió que mañana podríamos ir y aprovechar el último día de vacaciones.

- Mmm no lo sé, Jey. A mí tampoco me agrada el sol, las personas, el arena entrando en tu ropa... Además necesito estudiar un poco más. Temo que puedan darnos exámenes...

- Por favor. -Suplicó.- Es el último día. Después seguramente ni siquiera durante los almuerzos nos pondremos ver.

- Okey. -Acepté sin que insistiera más.

Wou, que fácil soy de convencer.

- ¿Okey? ¿Saldrás conmigo?

-No me hagas que me arrepienta, Hall. -Lo amenacé al sentir su tono de voz bromista.

- Okey... ¿Vienes aquí o paso por ti?

- Iré a tu casa con la excusa de que me reuniré con Lucy.

- Entonces ven a la hora de almorzar y hazlo conmigo. Ginny no está.

¡Dios! Tengo la mente tan estropeada que no puedo evitar pensar mal de esa frase. Es obvio que se refiere a almorzar con él, pero extrañamente no puedo dejar de imaginar que es algo diferente...

- Bien. Si tú cocinas...

- Tu abuela es un muy buena maestra. Me enseñó un par de cosas que seguramente te encantarán.

- Mmm porque pienso que esa osada mujer se atrevió a revelarte todos mis gustos mientras yo no les prestaba atención...

- Simplemente voy a decir que te vas a sorprender tanto que serás tú quien se declare ante mí.

- ¿Declararme? ¿De qué forma?

- Ya he dicho más de la cuenta. Tú sabrás a qué me refiero...

- Yo no me declaro ante nadie, Hall. Y mucho menos ante ti.

- Claro, cariño. -Percibí su tono de burla. Es un idiota.- ¿Qué estás haciendo?

El maldito se atrevió a cambiar de tema, pero no me negué a continuar porque tampoco deseaba dejar de hablar con él tan pronto. Después de una hora bajé a la cocina en busca de algo de comer y aún charlábamos sobre cualquier asunto sin importancia. Creo que llegaron a ser las tres de la mañana y lo único que nos hizo parar fue que poco a poco mis ojos pesaban cada vez más y me costaba prestar atención a sus palabras. No quería colgar, pero él me obligó a hacerlo. No me imagino cuantas cosas habré estado balbuceando sin sentido alguno, pero de todas formas me negaba a colgar hasta que finalmente me quedé dormida con el teléfono en la mano. Seguramente fue él quien colgó, porque si hubiese sido por mí habría continuado simplemente por sentir su voz. ¿Suena demasiado extraño? Incluso a mí misma me aterra pensarlo. Espero no estar comenzando a obsesionarme de más con él...

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