Cuando Jey y yo volvimos a casa en la noche, tuve que tomarme unos minutos para sentirme lo suficientemente bien para poder volver a casa en mi propio auto. Jey obviamente se ofreció a llevarme al hospital o casa, pero yo no podía permitir que se expusiera de tal forma que Marco llegue a descubrir lo que hemos estado haciendo últimamente.
Sin importar cuántas veces le dijera que estaba bien, él seguía sin creerme.
- Quiero que me llames al instante que llegues a casa, o de lo contrario iré por ti y no me importa si tu hermano descubre nuestra situación. ¿Me has entendido? -Por primera vez lo vi dirigirse a mí con tanta firmeza y seriedad, que me vi obligada a obedecer sin replicar o quejarme por ello. Además, no tenía las energías suficientes como para hacerlo.
Al llegar a casa saludé a Marco vagamente y subí a mi habitación para allí poder llamar a Jey, asegurando que había llegado "bien" y no debía tomarse las molestias de venir por mí.
A Marco le llamó la atención verme tan decaída al llegar, por lo que se tomó la molestia de entrar a mi habitación y examinarme. Según él podría ser un golpe de calor, pero yo pienso que es algo más serio que eso. Me consiguió un par de calmantes muy buenos que poco a poco fueron surtiendo efecto en mí, pero aún así él no se apartó hasta que mi aspecto mejoró y me sentí con el humor para inventarme una historia convincente.
Le dije que mientras estaba estudiando con Lucy me sentí decaída y mi cabeza comenzó a dar vueltas y vueltas de la nada. No podía confesarle cuanto me incomodaba respirar, y mucho menos el malestar que me provocaba cada latido. Al igual que yo, él pensaba que con un poco de descanso los malestares desaparecerían, por lo que se acostó conmigo a mi lado hasta que me quedé profundamente dormida.
Esa es una de las más preciosas cualidades de Marco. Podrá ser engreído, histérico, sobreprotector, un traumado total, pero cuando alguien que él verdaderamente adora se siente mal, él no se apartará de ti ni un segundo hasta que nuevamente te veas y sientas mejor. Es por eso que mi padre le aconsejó que la medicina era su mejor opción.
Cuando éramos pequeños y yo me enfermaba, él se tomaba el trabajo de darme lo que hiciera falta. Normalmente yo jamás he necesitado ninguna clase de médicamente. Lo único que necesitaba para recuperarme, era dormir. Y él permanecía a mi lado día y noche sin descuidarse ni un segundo. Cuando tenía fiebre, se tomaba el trabajo de ir y venir para enfriar el trapo húmedo que colocaba sobre mi cabeza. ¿Cómo no estar agradecida de tener alguien así como hermano? Mayormente creo que es por eso que temo tanto a decepcionarlo. Sin importar cuántas locuras haga y tenga, lo amo.
Al día siguiente me desperté mucho mejor. Todo malestar había desaparecido como por arte de magia, y me sentía totalmente capaz de prepararme e ir a la universidad.
Tomé una ducha y me dirigí a mi vestidor para cambiarme. En ese momento Jey me llamó para averiguar si me sentía mejor, y muy alegre me atreví a decirle que sí sin la necesidad de mentir. Esta vez sí me creyó porque lo pude percibir en su voz, y después se ofreció nuevamente a buscarme para ir juntos a la Universidad.
Nuevamente comienza la rutina, y tengo miedo de lo que podría enfrentar. A partir de este punto creo que las cosas se intensificarán bastante, y probablemente ya no tenga tiempo suficiente como para que Jude y yo tengamos nuestras típicas salidas a escondidas, pero no me importa. Me basta con saber que todos los días, aún que sean tan solo un par de minutos, lo voy a ver...
****
Las semanas pasaban lentamente, y yo poco a poco sentía que me iba desgastando más. Me esforzaba por ocultarlo, pero realmente me sentía agotada. Afortunadamente ni Jude ni Marco se daban cuenta de ello porque al igual que yo, la universidad les estaba exigiendo hasta sus almas. A todos, a decir verdad.
Enero duró como todo un año, pero al caer febrero comencé a animarme un poco más. Jude cumplió veinticinco el día dos, y dejando por primera vez de lado mis obligaciones me tomé el trabajo de prepararle una cena en su casa. Le obsequié algo que nunca antes le había dado, y fue marcar mi piel con un par de palabras que salieron precisamente de sus labios hace ya unos meses.
- Arte etéreo. - Leyó él al ver la muñeca de mi mano, y él sonrió ampliamente conmovido.
- Quizás tú no hayas sido mi creador, pero tú me has descubierto. He decidido ser tu Musa desde hoy y para siempre. - Sonreí antes de tomar su rostro entre mis manos para besarlo una y otra vez.
En ese mismo instante ambos deberíamos haber estado estudiando, pero sin importar las consecuencias ambos nos arriesgamos. Y vaya que después las pagamos muy caro...
Una compañera de la carrera de Jey sufrió un colapso unos cuantos días antes de San Valentín. La mayoría simplemente iba de un salón a otro o de clases a la biblioteca. Ya nadie tenía el tiempo para charlar o caminar tranquilamente por el campus o los pasillos porque las evaluaciones venían una detrás de otra, y si no estaba previsto rendir alguna materia en especial, los profesores nos obligaban a realizar proyectos bastante complejos. Para lo único que me sobraba el tiempo, era para darme el gusto de escoger un buen atuendo para usar cada mañana; después de eso, cada segundo valía oro.
Fue demasiado complicado para Jey y para mí celebrar el día de San Valentín. Mis energías no eran las mismas y las de él tampoco. Era frustrante no poder pasar más de cuatro horas juntos sin estar pensando constantemente en lo que tenemos que hacer.
La llama que hay entre nosotros no se extingue, pero individualmente no podemos más.
Cuando llegó Marzo Sophie organizó nuestra fiesta de cumpleaños, pero la verdad es que yo no tenía muchas ganas de perder mi tiempo en celebraciones. Además, ella había invitado a todos sus amigos y casi ninguno de los míos pudo asistir porque debíamos entregar un proyecto especial al día siguiente. El único presente allí fue Luka, pero no se quedó por mucho tiempo ya que a Marco no le agradaba su presencia y a él le incomodaba estar rodeado por los amigos supermodelos de Sophie. Me entregó una bonita cadena de plata con el dije de una corona por parte de Lucy y uno de sus cuadros por parte suya.
A diferencia de Jey, él no pinta lugares o personas que observa; Luka posee una manera de ver las cosas un tanto más extraña. El cuadro era una representación clara de lo que había en mi cabeza claramente: un millón de símbolos y letras sin sentido mezclado con manchas borrosas que me recuerdan a esos pensamientos confusos que muchas veces se me cruzan por la mente, y colores brillantes como los que suelo ver cada vez que Jey está conmigo.
Jude se sintió muy mal por no haber podido asistir y se disculpó conmigo al día siguiente. Realmente me dio lástima ver sus ojos tan cansados, a pesar de que seguramente yo debo verme mucho peor. Obviamente lo perdoné, y para evitar que se sintiera peor le comenté que yo tampoco había participado mucho de la fiesta a pesar de que era "para mí".
- Esta noche te lo voy a compensar. - Confirmó con una débil pero alegre sonrisa. A pesar de todo y de cuán cansado está, él aún conserva su típica para mí.- Tengo una sorpresa para ti en casa, y estoy seguro de que te va a encantar.
Después de que me dijera eso, no podía pensar en nada más. Me costó un poco prestar atención en clases, por lo que tuve que obligarme a mí misma a escribir cada palabra que dijeran los profesores, o de lo contrario me iba a atrasar. Perder un día significa directamente inyectarme un estimulante en las venas para mantenerme despierta durante cuarenta y ocho horas.
Ya sé que por naturaleza soy muy exagerada, pero un promedio perfecto no se mantiene simplemente por presentarse y anotar algo de vez en cuando. Quiero ser la más destacable, y cuando llegue el día de la graduación que todo el mundo lo sepa.
ESTÁS LEYENDO
Arte etéreo
RomanceQuizás ella no sea la típica chica nerd que se enamora del más sexy del instituto; o la "don nadie" que de un día para otro se convierte el en centro del universo; o el pobre patito feo que al quitarse sus gruesos lentes de aumento se convierte en u...