Capítulo 31 (Segunda parte)

863 116 7
                                    

- ¿A qué se debe esa cara? - Preguntó mientras buscaba mi mirada, pero yo me negaba a encontrarme con sus ojos ahora mismo. Siento un sabor amargo en mi garganta y realmente me molesta. No deseo hablar con él respecto a eso, y mucho menos ahora.- Co... mírame a los ojos y dime por qué estás así.

- Yo... yo no soy así. Es cierto que tú y yo no tenemos nada en realidad, pero aún así...

- ¿No tenemos nada? - Elevó un poco la voz, haciendo que mi piel se erizara de solo pensar que alguien nos podría escuchar.- Mientras más te niegues a admitir que entre nosotros hay algo especial, peor te vas a sentir cada vez que...

- No me importa si tú llegas a fijarte en alguien más atractiva o inteligente que yo (dudo de lo último). Estás en tu total libertad de escoger. Sabes muy bien que yo no...

- ¿Qué? Porque tú padre dijo que estaba orgulloso de que no fueras del tipo de chica que se enamora de alguien más, crees que estás cometiendo un pecado grave. No estás haciendo nada malo, Co. Créeme. - Tomó mi rostro entre sus manos, obligándome a mirarlo de una vez por todas. Al hacerlo sentí una calma indescriptible, como si solamente me bastara admirar ese par de ojos brillantes que hoy eran de color verde, para olvidarme de todos mis problemas. ¿Por qué demonios es así?- Acepto que tú no desees poner un nombre a lo que hay entre nosotros, pero lo que sí me molesta es que aún te niegues a la realidad diciendo que entre tú y yo no existe nada y no te importa si yo estoy con alguien más o no. No te mientas a ti misma, Costanza.

- Yo... yo no...

- No se diga más. No voy a aceptar que te niegues, y punto. Yo también puedo ponerme estricto ¿Sabes? Y no me gusta hacerlo contigo, pero me estás obligando a hacerlo.

Quizás si fuera alguien más le habría dado una bofetada por querer decirme qué puedo y qué no puedo hacer, pero tengo que admitir que esta vez él tiene toda la razón. Claro que no lo oirá de mí en voz alta, pero soy consciente de que sí siento muchas cosas por él, sí odiaría saber que él pretende tener una verdadera relación con alguien más y sí me molesta no poder expresar cuanto he cambiado y cuánto desearía contarle a todo el mundo que tenemos algo muy bonito.

- Eres odioso. - Me limité a decir mientras me cruzaba de brazos frente a él, y eso le arrebató una sonrisa. Acto seguido me abrazó fuertemente, y yo le correspondí de igual manera.

- Tú me obligas.

- Claro que no. - Sonreí malvadamente divertida, y me alejé un poco para mirarlo a los ojos nuevamente.- ¿No crees que nos estamos arriesgando demasiado? Alguien podría aparecer.

- Mientras no sea tu hermano. - Se inclinó para besarme, y afortunadamente lo hizo una vez antes de que alguien apareciera para interrumpirnos...

- ¿Qué demonios? - Oí decir a Sophie quien apareció al final del pasillo, e inmediatamente nos separamos dando un salto del susto.

Algún día mi corazón me dirá basta, y no podré soportar más este tipo de sustos.

- Maldita hija de... -Gruñí en voz alta con mis puños bien apretados, mientras Jey simplemente reía tentado a causa de nuestra propia reacción.

Sophie se acercó a nosotros cruzada de brazos y negando con la cabeza.

- Chicos malos. Ese tipo de cosas se deben hacer en privado. - Se atrevió a reprendernos, y yo quise poner mis manos al rededor de su cuello por maldita.

- ¿No tienes algo mejor que hacer? - Gruñí realmente furiosa.

- ¿Mejor que ver a un par de pervertidos besándose a escondidas en la casa de mis abuelos? ¿Es una broma? Si hubiese podido, les habría tomado una foto más para enviársela a la abuela. Estoy segura de que le hubiese gustado mucho. -rió burlándose nuevamente de mí.

Arte etéreo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora