Capítulo 20 (Segunda parte)

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Evidentemente Jey se ha ganado la amistad de mi hermano también, porque él lo invitó a quedarse a almorzar hasta la tarde. No me desagrada del todo la idea, ya que después de todo dudo que vayamos a tener un momento para hablar a solas con Marco en casa...

- Co, enseña a Jude el cuarto de baño de mi habitación y fíjate qué haya algún conjunto de ropa que pueda irle bien. Yo iré a la tuya, así que de paso también separa unas prendas para mí. ¿Podrás? - Me pidió casi suplicante, pues se veía muy apresurado por llegar a mi habitación y estar bajo la ducha lo más pronto posible.

Me equivoqué. Estoy jodida.

- Si quieres busco a Julia para que se encargue de...

- La envié temprano a hacer las compras con la lista que preparó Sophie. -Me interrumpió de inmediato.- Gracias.

- Pero...

Ni siquiera tuve tiempo de volver a replicar, pues él ya se había retirado. ¡Ha! Me imagino que se habrá aguantado la peste simplemente para molestarme, pero en realidad él detesta sentirse sudado y maloliente.

Asumiendo mi triste destino, dirigí mi atención a Jey y este me sonrió como si fuera un niño lindo listo para recibir mis instrucciones.

- Sígueme, apestoso. - Bromee con él y le indiqué que me siguiera hasta la habitación de Marco.

Es la más grande de la casa, y también la más impecable debido a que solamente entra en ella para descansar máximo unas seis a siete horas por día y ocho los fines de semana. Al entrar a él, Jey parecía impresionado, pero creo que no por el estado tan impecable en el que se encontraba, sino más bien por la gran foto de nuestra familia que ocupaba casi la mitad de una pared.

Recuerdo perfectamente el día en que hicieron esa fotografía, y fue en su cumpleaños número veintiuno. Sophie y yo ya habíamos cumplido los dieciocho años de edad, pero aún así nuestros rostros no lo reflejaban; o, por lo menos, el mío no. Otra de las razones por la cual todos piensan que Marco y yo somos gemelos, es porque yo luzco mucho mayor que Sophie.

Quizás sea por mi estilo, mi manera de arreglarme o personalidad tan frívola y conservadora, pero aún así es bastante confuso ya que supuestamente mi hermana es quien debería parecer de más edad debido a la cantidad de maquillaje que suele usar.

Creo que también podrían ser las gafas las que me agradan un par de años más...

- ¿Ellos son tus padres? - Preguntó Jey con curiosidad, y yo asentí como respuesta.

- Sí. - Respondí casi de inmediato. Me encontraba demasiado distraída encontrando mis propias imperfecciones.

No debí haber usado un vestido en esa ocasión. Parezco enferma.

- Tu padre... Tus hermanos y tú lucen mucho más parecidos a él que a tu madre.

- Ninguno de los tres salimos con su tono de piel morena. - Sonreí al verla allí, sonriendo levemente con sus hoyuelos en las mejillas bien definidos, igual que mis hermanos. Yo no los tengo.- Marco heredó solamente sus pecas, pero de todas formas su tono de piel es más claro y dorado. No es tan latino.

- Entonces tu madre es latina. Interesante...

- Sí, bueno... Demasiada charla. Entra pronto al cuarto de baño antes de que tu peste se impregne en la habitación. - Le indiqué a donde se encontraba el baño privado de la habitación, y entré antes que él para buscar las toallas limpias, el shampoo y jabón para el cuerpo.- Creo que está todo. Buscaré algo de ropa y...

No pude acabar de hablar, porque al girarme lo vi comenzado a quitar la camiseta, revelando así su grueso y pálido abdomen. Quizás él no tenga su abdomen bronceado y perfectamente marcado como muñeco Ken, pero estoy más que segura de que él no necesita tener algo así para lograr que una mujer sienta la intensa necesidad de tocarlo... ¿Que acabado de decir?

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