Yo me encontraba estudiando bastante concentrada en el comedor de mi casa, cuando oí la puerta de entrada abrirse seguida por las voces de Jey y Marco, quienes volvían de correr.
Procuré mantener una apariencia concentrada mientras intentaba oír de qué hablaban ese par de tontos, y lo que oí me hizo suponer que Marco debe de haberlo invitado sin problema alguno...
- Es sorprendente. Todos los años somos más de cincuenta en la Villa, y aún así sobran habitaciones. Es demasiado grande y los terrenos extensos, tanto que la entera universidad queda chica en su comparación. A nuestros padres les agradará conocerte, seguro.
Ambos aparecieron en el comedor, y de toparon con mi presencia. Yo fingía estar tan concentrada en lo mío que ni me había percatado de la presencia de ambos ante mí.
- ¡Hey, Co! -Marco se acercó a mí para darme un beso en la mejilla, y al hacerlo me salpicó algo de sudor encima.
- ¡Dios, Marco! Eres desagradable. - Gruñí furiosa y asqueada a la vez. No había sentido su aroma hasta el momento, pero como una bofetada la peste me pegó en el rostro y sentí aún más asco.- Eres un idiota.
- ¿Me preparas algo de ropa para tomar una ducha? Y también para Jude. -Lo señaló y yo le lancé una mirada asesina. Él simplemente se limitó a encogerse de hombros con total inocencia, y gran parte de mi rabia se esfumó al ver su rostro.
- Si así van a ser todos los fines de semana, directamente les voy a preparar la ropa sobre las camas y no quiero ni verlos hasta que no hayan quedado completamente aseados. ¿Okey? O mejor aún, prepara todo tú. -Quise golpear a Marco en el estómago, pero él me evitó y quiso abalanzarse sobre mí para abrazarme. Afortunadamente soy tan rápido como él, porque logré esquivarlo justo a tiempo y salí rápidamente de allí seguida por Jey quien también se dirigía a la habitación de Marco para ducharse.
Una vez dentro intentó acercarse peligrosamente a mí, pero sin importar cuán atractivo se vea con su ropa deportiva pegada al cuerpo, me resulta desagradable que esté tan sudado.
- No, Jey. -Lo reté mientras me alejaba de él sagazmente.
- ¿Por qué no? -Sonrió divertido mientras volvía a acercarse peligrosamente a mí, pero estiré mi mano para detenerlo. Solo tocar su pecho mojado me dio náuseas. Si él no me gustara, ya estaría a punto de vomitar. Soy demasiado asquerosa...
- Toma esa ducha y luego vuelve. Apestas. -Lo amenacé.
- ¿Estarás aquí cuando yo salga? -Me lanzó una mirada pícara, y yo sentí mi rostro arder.
- Talvez... Quizás... No lo sé. Ahora vete. - Me alejé aún más por si las dudas, pero él me hizo caso y dirigió su paso hacia el baño privado de la habitación.
Rodé los ojos por lo ridículo que se veía intentando coquetear conmigo, y acto seguida entré rápidamente al vestidor de Marco para tomar algo de ropa y se la llevé de inmediato. Él apenas había entrado a mi habitación, y ya se había quitado la camiseta sudada en el camino.
Debo admitir que le sienta muy bien este nuevo hábito de ejercitarse por las mañanas, porque se ve muy bien. La tonta que logre conquistarlo algún día tendrá mucha suerte... Bueno, solamente por su físico y apariencia ya que con su carácter tan similar al mío, la pobre se condenará. Y ni hablar de mí, ya que no soy una muy buena opción como cuñada.
- Aquí te traje tu ropa, apestoso. -Anuncié mi entrada antes de que se quitara el pantalón ante mí, y sonrió al verme dejar su ropa sobre mi cama.
- Gracias, hermanita. -Hizo el intento de darme un abrazo, pero lo esquivé de inmediato.- ¿Qué sucede? Creí que te gustaban mis abrazos.
- Los detesto, a decir verdad...
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Arte etéreo
RomanceQuizás ella no sea la típica chica nerd que se enamora del más sexy del instituto; o la "don nadie" que de un día para otro se convierte el en centro del universo; o el pobre patito feo que al quitarse sus gruesos lentes de aumento se convierte en u...