Capítulo 7

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Aquella mañana me desperté tan temprano como Marco para ir a la UCLA con él. Los exámenes tendrán lugar entre las nueve y once horas de la mañana, pero de todas formas deseo ir temprano para asegurarme. Sophie tiene que presentarse en aquella entrevista a las nueve, pero los guardaespaldas que nuestro padre contrató la llevará, ya que Marco no está dispuesto a sacrificar uno de sus autos. La conoce demasiado bien como para cometer ese error...

- No debes estar nerviosa. Tú ya tienes un lugar en esa universidad. - Comentó Marco con total seguridad mientras atravesamos el campus a pie.- Con tu intelecto, ellos no pueden negarse a tenerte. Estoy seguro de que lograrás grandes cosas que elevarán el prestigio de la universidad.

- Deja de hablar o te juro que vomitaré aquí mismo. - Logre formular a duras penas. Jamás me he presentado ante un tribunal, y aún que esté completamente segura de que nada de lo que me vayan a poner en frente sea imposible para mí, no puedo evitar sentir una terrible ansiedad. Ni siquiera pude dormir anoche de solo pensar en las mil y un formas de hacer una estupidez que me haga perder el examen, y tampoco pude probar ni un bocado de mi desayuno esta mañana.

Ni siquiera recuerdo si me he puesto la ropa interior del mismo conjunto o de la forma en que va. Por la picazón que siento en mi espalda, creo que me he puesto el bracier al revés.

- ¿Quieres que te haga un café? Me permiten entrar al salón de profesores, y también puedo traerte algo dulce de comer.

- No. - Negué con la cabeza.- Lo único que necesito es distraerme con algo... ¿Cual era mi nombre? - lo observé alarmada, imaginando que una de mis pesadillas en la que olvido mi nombre, mi datos y mi origen y me corren de aquí por dar señales de tener un retraso mental podría hacerse realidad.

- Respira profundo y con calma. No es tan malo como parece; y una vez que hayas terminado verás que todo este tiempo has estado siendo paranoica.

- Okey... - Respiré con calma una vez... dos veces... tres veces... y para cuando me di cuenta el muy imbécil había desaparecido...

Maldito.

Viendo que ahora estoy sola y ese maldito bastardo traidor que descaradamente se hace llamar mi hermano no está, tuve que acercarme a consultar con la secretaria encargada de dar información, para preguntar dónde sería los exámenes y a qué hora para los estudiantes que desean estudiar Ingeniería Civil. Me dijo que todas las evaluaciones serían tomadas en la escuela de ingeniería, y para civil la tomarían en el salón de Cálculo avanzado. Obviamente le agradecí por eso, y confiando en mi memoria me dirigí a la escuela de Ingeniería y Ciencias Aplicadas; pero cuando llegué no pude recordar bien dónde diablos era el salón de Cálculo avanzado.

Al ver que no había nadie por los pasillos, comencé a pensar que ya todos debían de haber comenzado y yo era la única estúpida perdida que estaba dando vueltas por ahí y sin rumbo. De vez en cuando pasaban unos cuantos chicos y chicas que iban a sus respectivas clases, pero se encontraban tan absortos en sí mismos que no pude acercarme a ella y preguntar.

Intenté llamar a Marco, pero el maldito tenía su teléfono apagado. Me agarré la cabeza con fuerza, y maldije una y otra vez en mi idioma para que nadie pudiera oír un vocabulario poco digno de una chica como yo. Comencé a dar vueltas y pasearme por entre los pasillos intentando buscar siquiera un anuncio que informara acerca de los exámenes, pero no había nada. ¿Qué clase de lugar es este?

- Al parecer, cada vez que nos encontremos en el mismo lugar nos vamos a topar. - Oí aquella voz conocida, y al darme la vuelta me encontré con él. Quizás en otro momento podría haber maldecido de mala gana; pero en vista de la situación en la que me encuentro, solamente puedo verlo como un ángel caído del cielo.

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