Capítulo 16 ( Segunda parte)

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Después de unos cuantos metros más, llegamos a una mansión impresionantemente moderna. Al pasar por la reja de seguridad, Marco se acercó a mí para susurrarme al oído...

- Demasiado moderna para él, diría yo.

- Sí... no va con un Inglés. - Comenté en voz baja, porque a pesar de que él nos llevaba distancia no quiero que nos escuche y se vaya a ofender.

La puerta de entrada media casi tres metros de alto, y era de vidrio opaco con detalles transparentes. Al entrar, nos topamos con un gran salón de piedra clara como marfil y muebles negros, un hogar enorme el cual podría ser bastante útil en un lugar frío, y habían muchos cuadros interesantes que me gustaría poder ver. Aquel salón era tan grande, que se podrían recibir a casi cien personas y quiero curiosear. Se me hizo haber visto un gran piano también...

- En un momento volveré con vuestra agua. - Anunció él.- Pónganse cómodos, mientras tanto. ¿Desean algún tipo de agua en especial?

- Si tienes agua de pepino o limón, mejor. De lo contrario, pienso que no hay problema. - Sonreí, y él asintió de acuerdo. Luego observó a Marco, y éste parecía como un halcón vigilando muy bien cada movimiento o expresión en mi rostro, hasta que se dio cuenta de que Jey esperaba una respuesta de su parte

- Mineral, por favor. - Respondió prontamente, y Jey se retiró.

Mientras mi hermano encontraba un cómodo lugar sobre el sofá, procurando no tocar nada debido al temor de estropear el tapiz de los sillones con el sudor de su cuerpo, yo decidí observar un poco más de cerca aquel gran salón. Me acerqué para observar mejor aquel cuadro frente al hogar de piedra, pero lastimosamente de cerca no se veía tan interesante ni coherente como parecía ser desde la entrada y tampoco había sido hecho por él. Lo que llamó mi atención después, fue un hermoso piano de cola que se encontraba frente a tres ventanales de unos cuatro metros de altura que otorgaban una preciosa vista al patio trasero, donde una enorme piscina y bellos jardines bien cuidados podían ser admirados con facilidad.

Aquel piano era precioso. Estaba hecho de madera clara tallada y muy bien lustrada. Sentí una pequeña picazón en mis dedos al instante que levanté la tapa que cubría las teclas, porque la última vez que toqué una obra fue hace ya muchos años. Recuerdo casa canción a la perfección, y me encantaría interpretar una en este momento; pero no puedo hacerlo. No es mi casa.

- Aquí te he traído un poco de agua levemente fresca de limón, no fría. - Apareció Jey de repente, pues no me había dado cuenta de que la entrada al comedor se encontraba justo a un lado.

Por poco meto la pata y hago que la tapa que cubre las teclas se cierre de golpe. Eso habría marcado la madera, y le habría provocado un infarto a él... o creo que a mí misma, más que a nadie.

- Lo siento. - Me apresuré a decir al recibir la botella que me ofrecía, pero él no parecía ofendido en lo mas mínimo.

- Es impresionante ¿No lo crees? Aún que inútil. Está aquí por decoración, ya que nadie que haya vivido en esta casa sabe tocar; ni siquiera yo.

- ¿No? ¿Nunca se te dio por aprender? Es un instrumento precioso. - Expresé sinceramente. No hay melodía que me complazca más oír, que la de un piano.

- Quise, pero desde que llegué aquí no he tenido tiempo.

- Mi hermana estudió durante unos cuantos años cuando era una adolescente. - Marco se apareció de la nada, para procurar que no tuviéramos una charla privada los dos.- Desde un principio supimos que este instrumento había sido hecho para ella, porque aprendió a dominarlo tan rápidamente que su profesor pensó que sería una artista sobresaliente, una compositora maravillosa.

- No la he oído tocar, pero aún así jamás lo dudaría. - Me dirigió una mirada interesante. Un tanto difícil de describir, pero bastante... intimidante.

El rostro de Marco se desfiguró al darse cuenta de cómo me mirada, por lo que yo decidí alejarme de ambos y buscar un lugar donde sentarme.

- Entonces... Solamente vives tú aquí en este gran lugar. - Comentó mi hermano, para obtener la atención de Jey porque aún me estaba mirando.

- A veces. Algunas ocasiones mi hermana mayor llega a la ciudad para quedarse aquí. Estudió química durante unos años, pero se enamoró de un cantante y abandonó su carrera para ahora dedicarse a viajar con él por el mundo. No es alguien conocido, por lo menos no para mí; pero ella es feliz, y por eso no la he delatado con mi madre.

- Hmmm. - Noté cierto grado de desaprobación en la mirada de Marco, pero de todas formas se limitó a mantener silencio.

- Bueno... Nuestros padres aún no se han enterado que nuestra hermana Sophie ha renunciado a estudiar para convertirse en una modelo. No se los he dicho, pero me cuesta demasiado ocultar algo así. No quiero ni imaginarme cómo será en tu caso. - Contó él, y Jay liberó un pesado suspiro triste.

- Sí, es muy difícil. Pero me gusta verla feliz, después de...

Se quedó callado sin concluir la oración. ¿Después de qué?

- Por supuesto. - Asintió mi hermano, y se acercó hasta mí.- Es por eso que mi querida hermana Costanza siempre ha sido mi mayor alivio. Ella sabe muy bien cuáles son sus verdaderas prioridades, y posee una manera de pensar muy similar a la mía. Jamás podría dejar de lado lo más importante, que es estudiar para llegar a ser alguien en la vida, por una relación o un pasatiempo probablemente pasajero e inútil.

- Por supuesto que no. - Aseguré firmemente, pero al hacerlo no quise mirar a Jude a los ojos. No sé por qué razón en especial, pero no podía. Es extraño...

- Bueno... Creo que lo mejor será volver a casa, Co. Necesito una ducha, y estoy seguro de que tú y Jude también. Por lo tanto...

- Podría llevarlos, si lo desean. Si vuelven caminando, llegarán posiblemente a las una de la tarde. - Se ofreció de inmediato. Y al ver que Marco estaba a punto de aceptar, decidí hablar antes.

- Dudo que podamos entrar los tres en él, ya que tu Mercedes solamente posee lugar para dos personas y...

- En realidad, el Mercedes es mío y lo uso cuando voy a la universidad. Pero tengo la Jeep de mi padrastro que es para más de cinco personas, y podría llevarlos en ella. ¿Les parece?

- Por supuesto. - Aceptó mi hermano, y yo no pude volver a discutir.

Tal como dijo, Jey nos llevó a casa en la interesante Jeep negra de su padrastro. Obviamente durante el trayecto ambos continuaron con su conversación y yo me volví completamente invisible. Yo decidí ignorarlos también a ellos, porque lo único que deseaba era tomar una larga ducha fresca y ponerme ropa cómoda para estar tranquila en casa. Quizás Sophie no lleve a sus amigos, ya que Marco sí piensa estar en casa y yo pueda tomarme la libertad de pasearme en pijamas.

Al llegar me bajé casi de inmediato del vehículo después de haberme despedido de Jude, pero mi hermano se quedó un minuto más. Luego de un minuto, estrechó su mano y entró conmigo para entrar a la casa junto a mí.

- ¿Qué fue lo que le dijiste? - Pregunté por meta curiosidad.

- Creo que me ha caído muy bien y le agradecí por su atención simplemente. ¿Qué creíste?

Entramos a la casa, y lo que oímos a continuación me impidió responderle. Voces y risas llegaban a nosotros desde algún lugar de la casa. El rostro de Marco se desfiguró y a toda velocidad se dirigió hacia el patio trasero de casa donde se encontraba la piscina. Obviamente yo lo seguí, pero para evitar que fuera a explotar o armar un escándalo por culpa de la tonta de Sophie.

Se trataba de ella junto con sus amigos bebiendo tragos y siendo servida por Julia y su hija. Evidentemente sus amigos y amiga eran modelos, porque todos tenían un cuerpo escultural y fracciones realmente muy agradables de admirar...

Cuando Marco vio todo eso, se quedó petrificado. Pero esto completamente segura de que el detonador de la bomba, fue el que hubieran chicos en traje de baños junto a nuestra hermana.

- ¡Sophie, querida! - Exclamó con una falsa sonrisa tan forzada que parecía enfermiza.

Al oír su voz todos guardaron silencio, pero quien no fue capaz ni de respirar, era Soso. Realmente no sé esperaba que Marco fuera a aparecer a esta hora, por lo que rápidamente tomó el vestido que se encontraba sobre una de las sillas junto a la piscina y se vistió para cubrir las partes que su traje de baño de dos piezas revelaban, para poder acercarse a nosotros.

Yo no decía ni una palabra, pero aún así no quería alejarme de ellos por si acaso las cosas llegaban a descontrolarse entre ellos.

Sé que mi hermano jamás sería capaz de correr a patadas a alguien como un grosero demente, pero para Sophie estoy segura de que eso habría sido mucho mejor.

- ¡Hermanito! No pensé que te vería tan pronto. ¿Qué tal les fue esta mañana?

- Quiero que tus amigos se vayan inmediatamente de mi casa, y una vez que te hayas encargado de ordenar y limpiarlo TODO sin ayuda de Julia ni de nadie más, irás a mi oficina y me esperarás allí. ¿He sido claro contigo? - Habló tan suave y calmadamente como le fue posible a pesar de que su rostro reflejaba todo lo contrario.

Ella simplemente se limitó a asentir, e hizo lo que le dijo. Mientras tanto, creo que lo mejor será que yo me vaya a duchar rápidamente para poder estar lista en el momento que él vaya a regañarla. Quizás pueda necesitar mi ayuda... o, si tiene suerte y llueve prosciutto, no.

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