Capítulo 30

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Es indescriptible el sentimiento de volver a mi hogar, pero sí puedo afirmar felizmente que no existe nada mejor.

Mis padres nos recibieron con los brazos abiertos, y mi madre por poco llora... Por Marco, obviamente. A mí me criticó por haber combinado un pantalón negro de vestir con una camisa verde musgo; no porque esté mal la combinación en realidad, sino porque me hacía ver mayor. Pero a pesar de eso yo no me sentí desanimada en lo más mínimo. Mi entusiasmo y felicidad es tan grande, que ni aún que me expulsaran de la universidad me haría llorar... retiro lo dicho.

Pasamos los primeros días en casa de mis padres, pero el veinticuatro viajamos a la Villa de los abuelos para pasar los siete juntos noche buena y navidad. Ellos también nos recibieron con los brazos abiertos, pero al verme mi abuela me apartó de los demás un momento para interrogarme un poco respecto a Jey. Al principio quiso darme el avión con preguntas como: ¿Qué tal la universidad? ¿Cómo te tratan los estudios? Y al cabo de un par de segundos comenzó a interrogarme quién demonios era Jude, cuál era nuestra relación en realidad, y si vendría para poder conocerlo en año nuevo...

- Llegará un par de días antes de el último día de diciembre. Se hizo invitar por Marco, ya que nadie además de Sophie y tú saben que hay "algo" entre él y yo. - Murmuré por lo bajo mientras sonreía, como si charlara sobre un tema realmente feliz y nada sospechoso con mi querida abuela. Y ella, como toda una cómplice, también sonreía, me besaba y abrazaba, y a la vez me hacía sus preguntas carentes de anestesia.

- Cuando lleguen tus primos les daré cualquier habitación menos la que está junto a la tuya, por si n la noche o la mañana tú novio y tú se quieren ver a solas. -Dijo, y yo me puse realmente colorada de oír eso.

- ¡Abuela! - No pude evitar exclamar. Esta mujer es demasiado salvaje para haber tenido tan pocos hijos. Me sorprende que hasta la fecha no nos hayamos enterado de que en realidad mi padre posee siete hermanastros por parte de ella...

- No digo que vayan a hacer algo indebido. Cuando tu abuelo y yo éramos novios, siempre nos escapábamos por las noches para salir a caminar y charlar... a veces eran más que charlas. Una ves nos metimos al lago que quedaba a unos cinco kilómetros de mi hogar y nos...

- Está bien, abuela. Gracias. - Me apresuré a decir. Realmente no deseo saber qué sucedió en aquel lago. Aún que... no parece una mala idea escapar una noche y salir a caminar. Es agradable pasear por los extensos terrenos de la Villa en paz y tranquilidad.

- No es una historia desagradable, niña tonta. - Me dio un leve golpecito amistoso en el brazo, y reímos por ello.- En realidad fue bastante romántico. Él me pidió matrimonio esa noche. -Comentó sonriendo con una mirada brillante y soñadora sobre mi abuelo, quien intercambiaba chistes sin gracia con Marco a lo lejos, como si de solo recordarlo se volviera a enamorar de él. Eso me conmovió.- Nos metimos al agua, y el torpe fingió que se ahogaba. Cuando finalmente logré sacarlo, el tonto me pidió que me casara con él, porque si me negaba me advirtió que iba a morir en ese preciso instante; y, si yo aceptaba, viviría feliz cada día de su vida por el simple hecho de estar conmigo.

Vi como sus ojos brillaban llenos de amor por él, y no me resistí a abrazarla con todas mis fuerzas. Jamás supe por qué ella siempre fue conmigo tan diferente. Su trato con mis demás primos jamás fue tan estrecho como lo es el nuestro. Ella es mi mala influencia, mi confidente, mi segunda madre. No sé qué haría sin ella.

- ¿Qué está sucediendo aquí? ¿A qué se deben tantos abrazos? ¿Están cuchicheando sobre alguien en especial? - Apareció Sophie como la gran entrometida chismosa que es, y nos abrazó a ambas con fuerza, logrando que yo me aleje porque demasiado afecto me molesta.- ¿Estaban hablando del sensual Judy?

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