Capítulo 33

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- Vuelve pronto, querido. Nuestra Villa ahora es también tu hogar. - Se despidió mi abuela de Jey, abrazándolo como si fuera uno de nosotros.

La verdad es que es bastante difícil partir para no volver a ver esta gran casa en mucho tiempo, pero aún no me puedo quejar demasiado porque no voy a volver a California, sino que vamos a ir a la casa donde me crie y Jude la va a conocer.

Todos entramos en la camioneta cómodamente ya que es para ocho personas. Jey y Marco iban sentado detrás de mis padres y yo junto a Sophie detrás en la última fila. No tenía ganas de hablar, por lo que, tanto el viaje en auto como en avión, me pasé la mayor parte dormida. Quería sentarme junto con Jey en el avión, ya que este es privado y no teníamos que lidiar con la molesta presencia de otras personas, pero desgraciadamente sí tenía que lidiar con el idiota de mi hermano quien no me permitía estar cerca de Jude.

¿Se habrá enterado de que los dos fuimos los únicos que no se fueron a la cama antes de las seis? O quizás mi padre lo haya hablado para que se mantuviera al tanto por si acaso. No lo sé. El asunto es que tuve que dormirme para no gruñir y protestar por tener que estar pegada a Sophie todo el tiempo.

Cuando llegamos a Sicilia otra vez me sentí aún más calmada de lo que me sentía en la Villa de mis abuelos antes de que todos nuestros parientes llegaran a molestar. Aquí es donde nací y me crie, por lo que siento como si en realidad jamás hubiera vivido con Marco en California y estuviera volviendo a mi verdadero hogar.

Los guardias de seguridad de mis padres nos recogieron en sus camionetas en el aeropuerto. Esta vez si tuve la suerte de ir con Jey, ya que en una camioneta fuero mis padres junto con Sophie y en la otra íbamos Marco, Jey y yo. Fingí haberme quedado dormida otra vez simplemente para poder apoyarme sobre su hombro y sentir su perfume. Obviamente el pobre iba completamente rígido ya que Marco no nos quitaba los ojos de encima, pero me importó muy poco ya que yo sí iba cómodamente feliz.

Una vez que llegamos a estar frente a nuestra casa, salí de la camioneta saltando feliz como una niña que vuelve de un largo viaje. Tengo energías y estoy muy feliz de poder estar aquí nuevamente. Saludaba a todo el mundo con gran entusiasmo y felicidad. Saludé a los jardineros, al portero, a la ama de llaves y a todas las mucamas que se encargaban de ordenar la casa.

Entré y directamente lancé al diablo la chaqueta que llevaba en la mano porque tenía hambre y quería algo de comer.

- ¡Co! -Oí exclamar a mi madre desde la entrada porque seguramente se tropezó con la chaqueta, pero yo no le presté atención ya que realmente deseaba algo de comer.

- Y aquí tenemos el oso grizzle que mi padre adoptó hace unos años, engullendo todo después de haber dormido durante meses. - Me presentó Marco ante Jey. Evidentemente le estaba mostrando la casa, lo cual me habría encantado hacer a mí si él no fuera un odioso entrometido y no tuviera tanta hambre.

- Linda cocina. - Opinó Jey intentando reprimir una carcajada después de haber oído aquel estúpido comentario de parte de Marco.

- Bienvenido. - Lo saludé con una cuchara en la mano y un bote de mermelada en la otra. No tenía ganas de hacer tostadas, por lo que directamente preferí comerla sola como si fuera un pudín.

- Deja de tragar y prepara algo para que desayunemos. Jey también debe de tener hambre. - Me retó Sophie también entrando a la cocina, y me arrebató el pote de mermelada justo después de que sacara un poco más con mi cuchara.

- ¿Quieres? - Le ofrecí a Jude mi cuchara con mermelada, y estoy segura de que si no hubieran presentes él la habría comido. De todas formas él ya conoce mi baba... eso se sintió feo de decir, a pesar de que sea la verdad.

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