D O S

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Solía condenar a la gente prejuiciosa, pero en esta ocasión me resultaba imposible no formar prejuicios de ese montón de chicos con playeras de bv ¿¿bandas de rock como Sex pistols y Guns N Roses.
Todos ellos lucían desagradables. La clase de sujetos que harían lo que sea por llamar la atención. ¿Cómo no aborrecerlos desde el principio?
Se envolvían a sí mismos en una nube de humo mientras aguardaban del otro lado del jardín. Charlaban de algo que parecía divertido para ellos porque todos reían y mi actitud paranoica me hacía intuir que se reían de mí.

Un par de ellos nos miró al salir de la casa y experimenté una sensación de temor por acercarme demasiado, como si se tratase de una manada de perros rabiosos.
Dakota besó la mejilla del polémico Jeon Jungkook y este le devolvió la sonrisa antes de volver los ojos a mí.

-Hola- saludó y yo tan solo moví la cabeza sin decir palabra alguna.

La carroza en que habían llegado, se trataba de una pickup Land Rover color cobre. Era grande y la zona posterior descapotada era lo suficientemente espaciosa para todos.

Uno a uno nos acomodamos ahí. Mi lugar estaba cerca de Dakota pues era la única con quien podría dialogar durante el camino.
Encogí las rodillas cuando el grupo de cuatro chicos se acomodó frente a nosotras y Jimin, con el cigarrillo entre los labios, golpeó la ventanilla ligada al interior del vehículo, donde se encontraba el conductor. Un sujeto que no conocía en absoluto, pero que apostaba que era familiar de Park, pues tenían cierta similitud en las facciones.

El auto se puso en marcha y Dakota no demoró en entablar una conversación amistosa con el grupo.
Yo por mi parte, me sumergía en mis propios pensamientos, analizando sin discreción a cada uno de los presentes. Había un par de rubios que conocía poco. Eran del colegio, sabía que eran mellizos, de apellido Clayton, pero no estaba al tanto de sus nombres de pila pues no compartía ninguna clase con ellos. También estaba Dave Ford de la clase de idiomas, y finalmente Jeon Jungkook. Con ese cabello castaño, los ojos marrones felinos y la sonrisa maliciosa.

Ninguno de ellos me parecía lo suficientemente apuesto para pasar una noche juntos, pero era claro que mi opinión no tenía importancia esa ocasión.

-¿Conocen la mansión Watson?- preguntó Jungkook y ambas asentimos.

Toda la ciudad conocía la mansión Watson, ya que formaba parte de uno de los escándalos más populares del lugar.

La historia tuvo lugar quince años atrás, cuando todos nosotros éramos unos niños. La mansión Watson pertenecía a una familia bien acomodada que solía formar parte de la iglesia. Fueron considerados personas buenas, pero el destino les tuvo deparado un final trágico, una noche de junio, cuando la familia asistió a una fiesta comunitaria organizada por la iglesia y esa fue la última vez que los vieron con vida, porque a la mañana siguiente cuando la vecina de los Watson notó que ninguno de ellos había salido a hacer las tareas acostumbradas, llamó a la policía y al entrar al lugar los encontraron a todos descuartizados en sus camas. El arma homicida fue un hacha y el asesino nunca fue descubierto.

Después de la tragedia, la mansión se convirtió en propiedad de la iglesia, pero hasta la actualidad continuaba abandonada.

Algunos especulaban que un sacerdote la bendijo tras haber presenciado actividad paranormal en el lugar, pero que nada de eso rindió frutos porque la mansión continuaba encantada.

Existían varias leyendas en torno a ello. Teorías de quien podría haber sido el asesino que continuaba suelto y también muchas historias de personas que entraron a la mansión embrujada y no vivieron para contarlo.

-¿Y qué piensan de eso? ¿Se atreverían a entrar?- preguntó uno de los hermanos Clayton y mi imprudente amiga asintió de inmediato, pero yo me limité a hacer una mueca con la boca.

PredestinadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora