Predestinados

D I E C I S E I S

El domingo pasé el día entero sumida en la perdición de mi cama. Experimente mi primera resaca y recé para que mis padres no lo notasen.
Justifiqué que tenía el malestar de un resfriado común debido a que no utilicé el abrigo la noche anterior. Era una excusa convincente para ellos, pero no para el resto de las personas que me vieron hacer el ridículo esa noche.

Cuando llegó el lunes no sabía dónde podría esconder el rostro. Estaba tan avergonzada por imaginar lo que la gente podría estar diciendo de mí, así que desde que crucé las puertas principales bajé la cabeza. Deseaba que la famosa expresión "trágame tierra", fuera algo real y posible para que en ese momento se abriera una grita en los suelos y me llevase a cualquier lugar. Incluso el inframundo podría ser una mejor opción que el colegio.

-Por favor no me mires, no me mires- rogaba a susurros cada vez que me encontraba con alguien que hubiera visto en la fiesta del sábado.  Para mi suerte, muchos de ellos no notaban mi existencia pues estaban ocupados consigo mismos. Rogué que así fuera con el resto de los estudiantes, pero el gusto me duró poco.

-Hola Lexi- escuché una voz a mis espaldas cuando estaba cerca de entrar a mi primera clase. Brenda Clark me saludaba amigablemente y yo estaba sorprendida. Esa chica no era mi amiga, ni siquiera estaba segura si podía decir que era mi compañera. Nunca hablamos lo suficiente y tampoco nos saludábamos al vernos, así que mi reacción quizá no fue tan educada.

-Hola...- respondí con un tono de duda. Dudaba cuales fueran sus motivos para hablarme esa mañana.

-¿Te sientes mejor?- preguntó por mi estado y yo hice una mueca por saber bien a lo que se refería.

-Oh si- respondí avergonzada y la chica mantuvo la sonrisa amigable.

-Tranquila, Jungkook me dijo que tuviste una mala noche, lamento no haberte avisado lo de las galletas, pero no te preocupes, nadie en esa fiesta recordará nada, todos estaban muy ebrios- aseguró y yo asentí. Prefería no hablar del tema de las galletas y tampoco quería hablar de Jungkook, así que me importó poco ser tajante con esa conversación.

-Claro, estoy bien, gracias- murmuré, siguiendo de largo hasta el salón de clase y tomé un lugar cerca de una de las ventanas abiertas para que el gélido viento mañanero bajase la presión de mi cuerpo. En ese periodo no tenía como compañero a Jungkook. Sabía que debía esperar hasta la próxima clase para darme el gusto... o quizá el disgusto. No quería verlo. Apenas podía creer que lo hubiera besado la noche del sábado.

Cuando recordaba todo eso, era como si recordase el momento en que fui poseída por un demonio. Esa no había sido yo y esos no fueron mis planes para la velada de Halloween, pero ahora debía confrontar las consecuencias de mis actos. Como resultado de todo ello, tendría que esconderme durante el siguiente periodo o quizá esconderme durante el resto del día. 

¿Pero cómo?

Las siguientes dos horas compartía clases con Jungkook así que me quedé sola en el jardín, haciendo garabatos en una libreta, esperando a que llegara la hora del almuerzo.
Pensaba en la posibilidad de no asistir a ninguna de las clases que esa mañana involucraran a Jungkook y mientras esperaba a que el tiempo pasara volando, fui sorprendida por alguien mayor, pero por fortuna no se trataba de ningún profesor.

-¿Qué haces aquí sola?- preguntó la voz varonil y levanté la cabeza sorprendida al encontrarme con alguien que no conocía. ¿O acaso lo conocía? Lo observé y tras unos segundos de meditación, recordé que se trataba de otro de los tantos estudiantes que estuvo presente en la fiesta de Brenda Clark. Ese sujeto en particular, de rubia cabellera y ojos color miel, lo recordé porque había pasado parte de la noche mirándome, ofreciéndome bebidas y ofreciéndome ayuda al verme ebria, hasta que Jungkook lo interrumpió para hacerle saber que estábamos en una "cita".