E P I L O G O

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La mujer de bienes raíces parecía ansiosa por sacarme el dinero de encima y un gran si de la boca, pero yo no podía tomar semejante decisión si Jungkook no estaba ahí. Esa casa era hermosa, tenía todo lo que habíamos planeado durante los últimos años, tenía todo, excepto nuestra aceptación.

-Estará aquí en un minuto‒ repetí con una pequeña sonrisa y la mujer en el comedor pretendió que no tenía nada mejor que hacer con su dia que esperar a mi impuntual novio‒ ¿Dónde estás?‒ refunfuñé, pero ni bien había terminado de roerme las uñas cuando un apresurado castaño entro por la puerta de vestíbulo.

-Jungkook‒ suspiré.

-Lamento la demora, el maldito transito estaba terrible‒ se disculpó y se acercó a mí para besar mi frente.

-¿Cómo te fue?‒ pregunté, con el fin de saber si había tenido éxito en su última entrevista de trabajo.

-Oh bien, muy bien, mi amor‒ aseguró con una sonrisa y luego tomó mi mano‒ la casa es hermosa, ¿nos permite?‒ preguntó el chico y la mujer de bienes raíces asintió para permitirnos dar un rápido recorrido por nuestra cuenta.

Ella ya me había enseñado cada rincón y ahora esperaba que Jungkook le diera el visto bueno pero parecía que ya comenzaba a gustarle.

-Esto es estupendo, es perfecto, puedo vernos aquí ¿Y tú?‒ me preguntó con una sonrisa.
Asentí.

-Sí, de hecho es bastante espaciosa para su precio, creo que es una excelente oportunidad‒ le dije mientras cruzábamos al jardín posterior y Jungkook suspiraba ampliamente.

-Es lindo, es un lindo lugar‒ colocó sus manos en su cintura y yo llevé una mano a mi vientre con impaciencia.
Quizá la vocecilla en mi cabeza pedía esperar otro poco para un momento adecuado, tal vez más romántico, pero no podía hacerlo.

-Debo decirte algo‒ murmuré tras tomar un respiro.

-Mira ese árbol, es enorme, me pregunto si sus raíces serán un problema para los cimientos de la casa...‒ parloteó el chico y fruncí el ceño.

-Jungkook esto es importante‒ reclamé y el asintió.

-Es lo más importante que decidiremos hoy‒ confirmó‒ pero no quisiera cortar el árbol, nos provee de aire y se ve muy bien‒ pensó y giré los ojos.

-No hablo del árbol, tonto‒ reí y tomé sus mejillas para que me mirase fijamente. -¡Jungkook, estoy embarazada!‒ chillé de alegría pero en su rostro una expresión demoró en aparecer.

-¿Embarazada? ¿Cómo?‒ preguntó con torpeza.

-¿Pues cómo crees?‒ carcajeé con lágrimas en los ojos y él sonrió atolondrado, sacando un par de risitas sin fuerza, como si todo el aire de su cuerpo se hubiera esfumado de pronto.

-¡Si! ¡Eso es asombroso!‒ celebró, apretándome entre sus brazos y me besó con alegría‒ entonces el árbol tendrá que quedarse, podemos hacer una casa ahí‒ pensó en voz alta sacándome una animada risita.

-Ay Jungkook‒ negué ruborizada de felicidad mientras al otro lado del lugar la mujer de bienes raíces continuaba esperando.

-¡Queremos la casa! ¡La compraremos!‒ exclamó el castaño como quien gana una partida de póker. Pero ambos habíamos ganado mucho más que eso. Mucho más.

FIN.

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