D I E C I S I E T E

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Estaba callendo en picada, aun contra mi propia voluntad. ¿Qué podía hacer para escapar de ese problema? ¿Por qué Jungkook se tornaba tan persistente?
¿Por qué yo continuaba siendo tan débil?

-Quédate un minuto conmigo- pidió y aquello me hacia sentir nerviosa, aunque no lo suficiente para negarme. Acepté esperar un rato en su auto. Noté que no había nadie en mi casa cuando su auto aparcó al frente del jardín, pero no quise invitarle a pasar porque temí por lo que pudiera pasar. Jungkook mantuvo el motor encendido, la radio se escuchaba apenas por encima del silencio y la calefacción nos mantenía en una cálida burbuja mientras por fuera de los cristales empañados, el frío aumentaba. Sin decir nada, miré a Jungkook, quien abrió ligeramente su ventanilla cuando encendió un cigarro y movió la caja frente a mi, invitándome a hacer lo mismo.

-No fumo- le dije y él dejó la caja a un lado mientras calaba profundo y luego soltaba grandes bocanadas de humo. Parecía una chimenea. -Es un hábito muy feo- proseguí, apartando mi vista de él cuando sus ojos regresaron a mí.

-¿Tú crees?- sonrió y asentí. No tenía muchos deseos de abordar el tema a fondo, pero Jungkook parecía interesado y supuse que podría ser un buen tema para hacer a un lado el silencio que comenzaba a fastidiarme- Fumar me ayuda con el estrés, lo hago desde que tengo doce años- me explicó pero a mí me parecía impensable.

-¿Cuánto estrés podría tener un niño de doce años?- repliqué. Yo no había conocido a Jungkook a esa edad pero me costaba creer que pudiera haber tenido una vida tan complicada, aunque también podría estar equivocada. Sin embargo, él no dijo nada, tan solo soltó una risita y desvió la mirada, de vuelta a la calle, donde no había ni una sola alma. Toda la redonda confabulaba para darnos privacidad y yo conocía los riesgos que existían tras todo eso.

-Quizá podría dejarlo, tan solo necesito una chica que me guste mucho y si ella me lo pidiera, lo pensaría- sugirió y rodé los ojos. Sabía que se estaba refiriendo a mí, pero no creía ni una palabra de su cuento.

-¿Lo dejarías si te lo pidiera?- lo interrogué con expresión incrédula.

-Si me lo pides...- insistió. Estaba segura de que esa era otra de sus estrategias para recordarme que yo "le gustaba" y esperaba que yo me comportara como la chica que se preocupa por él. Pero aunque no fuera así, decidí aceptar porque me gustaban las apuestas.

-Bien, apuesto a que no puedes dejarlo desde ahora- lo reté y el chico resopló. Parecía que él también disfrutaba de las apuestas, pero primero quería escuchar las palabras mágicas.

-Puedo hacerlo, pero quiero que me lo pidas- sonrió con malicia e hice una jeta de fastidio.

-Te lo estoy pidiendo Jungkook, deja esa cosa- apunté el cigarro, permitiéndole disfrutar de su triunfo. Otra sonrisa cruzó su rostro y se dio grandes aires de victoria.

-Lo que sea por ti, linda- alardeó y luego lanzó el cigarrillo por la ventana, para cerrarla y permitir que el calor fuera más acogedor que antes, ahora sin ninguna ranura abierta que dejase penetrar el viento gélido de las calles. Jungkook suspiró. tirando la cabeza adelante y sacudía su cabello antes de volverlo hacia atrás. Lo miraba fijamente y después de unos segundos, él correspondía. -Te ves hermosa hoy- murmuró sin temor a ser atrevido y me abstuve a sonreír, aunque cuando algo me incomodaba, tendía a hacerlo. Bufé haciéndole notar que sus palabras no eran bien recibidas- De acuerdo, bien, ya veo que no te gustan los halagos- prosiguió. Sus ojos penetrantes dejaron de mirarme como lo había estado haciendo y se acomodó en su asiento, antes de recurrir a otra táctica. Pude notar el primer momento en que su mano se acercaba a la mía, apoyada en mi regazo y pese a que conocía bien sus intenciones, decidí esperar para ver-Me gustas- insistió, causándome un mariposeo en el estomago que me hacía cosquillas y me arrancaba un par de risitas antes de que su mano tomara con cautela la mía.

PredestinadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora