-NARRA JUNGKOOK-
Aquella melodía no me resultaba familiar, pero esa voz podría reconocerla hasta en medio de la muerte y la nada.
Sentía que la vida corría tan veloz como un atleta y a mí no me restaban fuerzas para alcanzarla. Me estaba abandonando, pero Lexi continuaba llamándome y no me atrevía a caer de espaldas a la tierra donde sabía que los gusanos devorarían mi carne, y sin embargo, no tenía miedo.
Encontraba un intenso placer que provenía de alguna parte que desconocía. Era uno de aquellos misterios más grandes. No sabía lo que me esperaba después de la muerte, pero no tenía ganas de averiguarlo.
Ahora, lo único que quería era poder abrir la boca y decir algo, decirle a esa chica que estaba loco de amor por oírla cantar.
Entre la obscuridad de dos mundos, aún era capaz de escuchar ciertas voces, entre ellas la de Lexi sobresalía siempre.
Me decía que me amaba tantas veces que creí que eso sería lo que me causaría la muerte.
Estaba conmocionado.
Nunca hubo chica alguna que dijera que me amaba, nunca nadie se dió la oportunidad de averiguarlo o tal vez nunca le di la oportunidad a nadie de hacerlo. Pero ahora estaba sucediendo y ocurría en el momento menos adecuado. Debía abrir los ojos, necesitaba salir de ese agujero.
-Lexi- la llamaba, pero ella continuaba charlando como si no fuera capaz de oír mi voz.
Hablaba acerca de muchas cosas, decía haber terminado su relación con Dave de la mejor manera y repetía que ahora estaba ahí para mí, solo para mí.
Algunas veces su voz me transmitía calma, entusiasmo y otras tantas desesperación y tristeza.
-Necesito que vuelvas, Jungkook, los días me parecen eternos- me dijo e intenté sujetar su mano al sentirla tocar la mía.
La sentía, estaba ahí conmigo, debía moverme, debía abrir los ojos.
Desee gritar desesperadamente al escucharle rogarme volver y toda la fuerza que requería para recuperarme era casi sobrehumana, pero en cuanto mi mano se cerró con fuerza, una corriente eléctrica me hizo saltar, como una descarga celestial.
-¡Lexi!- levanté la voz y moví los brazos abatido, buscándola casi a ciegas.
Mi vista estaba borrosa y al frente de mi la persona que me acompañaba dió un brinco y un fuerte grito.
Esa no era Lexi.
-¡Cielos santo! ¡Tranquilo! Está bien- me dijo la mujer de blanco que sostenía mis manos para evitar que me arrancase todos los malditos cables conectados a mi cuerpo, cual si me hubiera convertido en un monstruo.
-¡Lexi!- seguí gritando desesperadamente por no encontrarla ahí. Estaba seguro de que tan solo unos segundos atrás la tenía cerca, la había escuchado hablar. ¿A donde había ido? La enfermera oprimio un botón a un lado de la cama y gritaba por ayuda mientras yo luchaba por levantarme.
-No estoy muerto, díganle, díganle- insistí.
Todo lo que quería era que supiera que había vuelto por ella. Pero nadie me escuchaba y cada persona que se posaba frente a mi cama me miraban con los ojos bien abiertos y una expresión extraña. Cómo si fuera un cuerpo fantasma.
Me inyectaron algo de inmediato y un vez más la debilidad me vencía. No quería cerrar los ojos de nuevo, estaba de vuelta, todo era demasiado real de nuevo, debía resistir, pero la anestesia cumplía bien su objetivo. Bufé como un toro mientras me quedaba dormido y escuchaba a las enfermeras exclamar unas y otras.
«¡Los signos vitales han cambiado de pronto! ¡Es un milagro!»
Después de eso nuevamente me hundí profundo en un episodio de obscuridad. No había sonido, no había nada. Estaba dormido y al despertar horas más tarde, la luz me parecía una tortura.
El beso de mi madre me hizo recobrar la conciencia.
-Jungkook- llamó por mi y se soltó a llorar cuando la miré.
Besaba mis manos y me abrazaba con fuerza, repitiendo que todo estaba bien ahora, como si intentará consolarme cuando claramente era ella quien necesitaba consuelo.
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Predestinados
FanfictionUna mirada, una sonrisa, un beso. La historia de la chica a la que el amor y la muerte la persiguen. Esta historia estaba adaptada con personaje masculino a Harry Styles. Todos los créditos a su autora
