C U A R E N T A Y O C H O

249 35 0
                                    


Me senté a un extremo del jardín, a unos pocos metros delante de mí había una mesa de billar, donde varios chicos intentaban impresionar al resto.
Hasta aquel momento nunca me percaté de que Jungkook supiera jugar abilidosamente ese juego de mesa.

Siempre había supuesto que los jugadores de billar eran brillantes matemáticos que dominaban el arte de golpear una sola bola que hiciera rodar las otras.
Era un don que no iba acorde con la personalidad de Jungkook. Sin embargo, lucía atractivo haciéndolo.
Sonreí y lo miré con atención sin que él lo notaste por un buen rato.

Parecía más ocupado ganando todas las rondas.
Eso era algo que si sabía de él.
Jungkook era un chico orgulloso, cualquier cosa que lo hiciera destacar, siempre lo atraía.

Algunas chicas lo halagaban y él se regocijaba, pero entre ellas noté que no estaba Larissa.
A ella se le facilitó más conseguir a un chico mayor.
La observé entre los brazos de un jugador de último año. No me sorprendía.
A su alrededor todos brindaban y la chica bebía y bebía sin parar.
¿Cuánto era capaz de beber sin lucir como un trapo mal trecho?

Por un momento, me imaginé en tal posición.
Sabía que yo no tenía la habilidad de los bebedores.
Un par de vasos eran lo suficiente para derribarme como a un costal de papas.
Pensar en eso me recordaba la última ocasión en que me embriague.

Eso ocurrió durante mi primera cita con Jungkook y de pronto me di cuenta que esos recuerdos eran dañinos, así que traté de bloquearlos.
Alejé mi vista de Larissa y la regresé a la mesa de billar, donde buscaba a Jungkook sin saber que sus ojos me tenían en la mira.
Hicimos contacto visual por un instante, pero al sentirse descubierto, el chico bajo la cabeza para regresar su atención al billar.
Terminó su ronda y bebió de su vaso la cerveza obscura y espumeante.

Bajé la mirada cuando volvió a mirarme mientras bebía a grandes tragos la cerveza.
Fui capaz de sentir su mirada penetrante incluso mientras fingía entretenerme en la banda musical que cantaba al otro lado del jardín.
Suspiré y comencé a preguntarme la intención de esas miradas.

Reconocí que yo lo miraba porque su nuevo aspecto me parecía atractivo, aún cuando él ya no podía ser mío. Sin embargo, la curiosidad de descubrir sus pensamientos, me causaba estrés. No sabía que debía hacer. ¿Debía acercarme, debía huir?
Aparentemente no era la única preguntándome aquello y para Jungkook, resultó más sencillo optar por la decisión de acercarse.

-¿Por qué estás tan sola?- su voz me hizo saltar del susto, al escucharlo por delante de mí.

-Oh...- fue todo lo que pude decir al verle sonreír y sentarse a mi lado, en esa pequeña banca de roca en el jardín.

-Dime- insistió con una sonrisa y decliné a la idea de mirarlo, pero me esforcé por responder.

-Mi compañera me dejó sola- señalé a Larissa sobre las piernas del sujeto de último año y Jungkook resopló.

-Vaya chica- comentó el castaño, bebiendo otro par de sorbos de su vaso y por un segundo medite en lo que él estaría sintiendo por Larissa.

-Por un momento pensé que les vería juntos está noche- murmuré sin gesticular.
No quería lucir dolida pero necesitaba saber acerca del tema.
Jungkook arqueó las cejas y resopló.

-¿A Larissa y a mí?- rió como si aquel fuera un chiste, pero al notar mi seriedad, apretó los labios para borrar la sonrisa que deseaba escapar.
-No, no, solo he sido amable con ella porque me parece divertida y he notado que en clase, casi nadie le habla- explicó- Larissa me agrada, pero no de esa forma.

Asentí sin decir nada más porque no quería lucir preocupada o aliviada después de que la descartaba de sus planes amorosos.

-¿Y tú...?- preguntó con un tono más suave, desviando la vista a sus manos, entre las que sostenía su cerveza.

PredestinadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora