D I E C I N U E V E

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La campana me anunció que era tiempo de cumplir mi promesa. Sabía que Jungkook estaría esperando por mí en la fuente de roca, cerca del estacionamiento, pero yo aún estaba meditando en la posibilidad de huir.

-Al final él volverá- me dije a mi misma. Sabía que aun cuando pudiera huir de nuestro acuerdo, Jungkook me encontraría más tarde y buscaría la forma de recuperar el tiempo que le debía. Era absurdo.

Suspiré y caminé hasta el lugar estipulado. No tenía nada que perder, en realidad, mentiría si dijera que no quería verlo. Tan solo estaba nerviosa, pero pensaba que al menos podría pasar un buen rato y persuadirlo de costear mi desayuno.
Ver el lado positivo de las cosas era lo que me restaba.

¿Cuál era el lado positivo de Jungkook?

Tenía la tentación de averiguarlo, pero antes de poder llegar a mi destino, fui interrumpida por un golpe brusco que me tomó por sorpresa. Estaba tan sumida en mis pensamientos que no noté el momento en que una persona que caminaba al frente de mí, cruzó a mi lado y me golpeó adrede con el hombro.

-¡Hey!- me quejé aturdida, frunciendo el ceño por unos segundos hasta que me di cuenta de quien se trataba.

-Mira tu camino, niña- bromeó con una sonrisa juguetona y lo miré anonadada. Sus ojos miel, sobre esa constelación de pecas en su nariz eran tan adorables, que pese a su manera poco dulce de acercarse, sonreí.

-Hola- saludé como una tonta, fundiéndome por su atractiva presencia. Era Dylan Brady, mi nuevo amigo de último año. ¿Podía considerarlo mi amigo? Esa idea me gustaba.

-Hola muñeca, ¿A dónde vas?- preguntó con un ápice seductor, podía darme cuenta de que él verdaderamente buscaba seducirme, porque me seguía fielmente al caminar por el corredor, en dirección a la calle.

-Emm... iré a desayunar con unos amigos- musité. No planeaba especificar qué tipo de amistades eran las que me acompañarían en esa ocasión, pero parecía que Dylan necesitaba los detalles o de lo contrario no se alejaría.

-¿Es algo muy selecto? ¿Puedo acompañarte?- preguntó y desee tanto poder decirle que sí. Ese chico era encantador, era elegante, era todo lo que cualquier chica como yo buscaría, pero sabía que ese no era el momento adecuado.

-Oh...- traté de explicarle pero no encontraba la forma más apropiada de hacerlo.

¿Qué debía decir?

"No puedo estar contigo en este momento, pero podemos hacer algo después, ahora almorzare con el otro chico que está tratando de enamorarme".

¡Maldición! ¿Por qué me sucedía eso a mí?

-No te preocupes, entiendo- sonrió, suponiendo que estaba a punto de mandarlo a volar.

-No, no me malinterpretes- supliqué al detenerme en las puertas principales del instituto- quisiera que vinieras, realmente... ¡Maldición! Eres tan guapo- refunfuñé.

¿Había dicho eso en voz alta? ¡Mierda!
El chico soltó una risita, enseñándome toda su dentadura blanca al alargar esa sonrisa que lo caracterizaba.

-¡Wow! Gracias- murmuró, acercándose otro poco cuando comencé a flaquear- tu igual eres muy linda, ¿Qué haremos al respecto?- me preguntó con picardía y creí que caería muerta a sus pies en cualquier instante.

Sus labios estaban frente a mí y no podía dejar de mirarlos. Lucían tan tentadores y pensé en probarlos, sin saber que a tan solo unos metros, cerca de la fuente, alguien más nos observaba.

-¡Lexi!- escuché la voz de Jungkook llamándome a distancia y salté en mi lugar.

¡Demonios! ¿Qué más podía salir mal?

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