C U A R E N T A Y N U E V E

246 31 0
                                    

Cada mañana se convirtió de pronto en un mal necesario. Una tortura que yo misma me provocaba y que esperaba con ansias, aunque no pudiera decirlo abiertamente.

Cuando llegaba al colegio Dave me regalaba un beso, me deseaba un lindo día y se marchaba a sus clases complejas, mientras que yo me dirigía con el resto del grupo perteneciente a aquellos cuyas materias eran más sencillas para no romperse la cabeza.
Ahí, sabía que me encontraría a Jungkook y también a Larissa, quien aparentemente no era tan despistada como aparentaba.

Me miró fijamente después de que Jungkook entró al aula, camino vanidoso entre los asientos y con discreción, dejo una nota sobre mi mesa.
«Hagamos la tarea juntos esta tarde» Decía con letra casi inentendible en el trozo de papel y una sonrisa patética cruzaba mi rostro.

-Me mentiste- murmuró la chica que me observaba.

-¿Yo?- pregunté con torpeza, arrugando el papel que me delataba.

-Si tonta, dijiste que Jungkook y tú ya no tenían nada- parloteó y al decir aquello, el estómago se me encogió por el susto.

No podía ir por ahí diciendo eso. Era peligroso. En especial porque sabía que Jungkook y yo no debíamos tener nada.
Yo tenía a Dave, aunque ya no me ilusionaba la idea y no sabía cómo huir de ello.

-No sé de qué hablas- fruncí el ceño indignada por su atrevimiento, pero ella sonrió.

-Tranquila, no diré nada. Si quieres que sea sincera, pienso que Jungkook es diez veces más tentador que Dave, no te culpo- aseguró.

Mis mejillas comenzaban a acalorarse. Decidí no decir ni una sola palabra del tema, no confirme sus sospechas, aunque tampoco las había negado.
¿En que pensaba?

Yo misma sabía que todo eso era una gran traición.
Era cierto que comenzaba a acobardarme de mi relación con Dave ¿Pero como podría huir ahora?
Apenas un mes atrás acepté ser su novia. ¿Cómo podría decirle que estaba dudando?

No quería lastimarlo, en realidad, y a pesar de todo, lo quería. Él era una persona importante en mi vida, había sido un gran amigo y una gran compañía cuando más lo necesite.

Siempre estuvo conmigo cuando me sentía sola y no había forma de que pudiera hacerle daño.
Él parecía estar muy enamorado y eso me rompía el corazón.

Sin embargo, apenas era capaz de retener mis impulsos que me guiaban a la perdición... y esa perdición era Jungkook.

Me encantaba la forma en que utilizaba esos pantalones ajustados y esos zapatos de siempre. Las playeras retro eran su especialidad. Tenía un aura de época y anhelaba tanto poder poner una mano en su pecho para sentir ese calor a traves de su camisa, y esos músculos que tanto me volvían loca.

Durante gran parte de la clase de idiomas intercambiamos miradas.
Miradas pequeñas y luego más indiscretas, traviesas, con sonrisas que dejaban entrever nuestros pensamientos indebidos.
Sin darme cuenta, dibujé un corazón en la palma de mi mano y aquella fue una advertencia clara de mi subconciente, pero no le hice caso.

Al terminar la hora, nos dirigimos a la clase de literatura y marchamos en parejas hasta la biblioteca.

Mi pareja era Larissa y a varios metros de distancia Jungkook estaba con otro chico, volviendo de vez en cuando su mirada para ser plenamente conciente del momento más propicio para acercarse.

-Conozco un buen libro llamado Washington Square- dijo Larissa mientras revisaba las repisas de libros.
Nuestro tema debía estar enfocado en las clases sociales, la economía y su trascendencia a lo largo del tiempo.

Mi compañera aseguraba que aquel.libro era excelente para cubrir el tema, así que le dejaba toda la labor de encargarse de ello mientras jugaba con mi cabello, sabiendo que Jungkook se deleitaba a distancia.

-Espera, debe estar por aquí- dijo la chica al entrar a otro corredor y yo me detuve.
Sin mirar a Jungkook, esperé a que mi soledad le resultara tentadora, y eso era un hecho comprobable.

Ningún chico como él, dejaría pasar tal oportunidad.
Tan solo un minuto después, podía sentir su presencia merodeando cerca, en aquel mismo corredor. Tomó un libro al azar y suspiró.
Me preguntaba si en verdad estaba leyendo algo mientras aguardaba al momento perfecto para abrir la boca.

En cuanto la calma fue absoluta y no había nadie cerca para escuchar sus palabras atrevidas.

-Me gusta tu vestido- comentó sin mirarme. Tenía los ojos fijos en el libro y supuse que ya había pasado largo rato antes evaluandome.

-¿Me hablas a mí?- pregunté con incredulidad.

-Por supuesto, ¿A quien más?- resopló.
Levantó la vista de su libro, lo cerro de un golpe y lo regreso al librero antes de tomar otro- ¿Vez a alguna otra chica con un lindo vestido por aquí?- preguntó el payaso y miré de un lado a otro, pero era indiscutible que estábamos solos.

-No- respondí inocentemente y Jungkook soltó una risita.

-¿Me acompañaras esta tarde a casa?- preguntó con voz muy baja.

Dudé.

¿Que debía responder a eso?

La última vez que estuve en su casa, las cosas terminaron mal.
El sexo estaba prohibido entre nosotros, pero eso era algo que el debía saber.

-Quizá- respondí.

-¿Quizá si?- preguntó de nuevo.

-Aja- sonreí tímidamente, sintiendo la intensidad de su mirada contra mi.
Era intimidante, el ritmo de mi corazón aumentaba y la sangre bombeaba con más velocidad.
Estaba ahí de pie, a tan solo un metro, mirándome y sonriendo con tanta ternura.

-Mírame- pidió y dudé, pero obedecí al final. Levante la cabeza para permitirle verme, aun cuando me sentía acalorada- me vuelves loco cuando te sonrojas- confesó y subió una mano para tocar mi mejilla.

Tan suave, tan dulce que no pude evitar temblar como una hoja al viento, hasta que una voz inoportuna interrumpió nuestro momento de privacidad.

-Encontré el libro Lexi- celebró Larissa, dando grandes pasos hasta mi desde el otro lado del corredor y Jungkook apartó su mano de inmediato- Hola Jungkook- sonrió la chica, sabiendo perfectamente que había interrumpido el momento más romántico entre nosotros.

-Hola Lari- respondió el tonto con una risa llevadera- te veré aquí al final del día, linda- me dijo y sin más que agregar, marchó lejos.

-Uy, linda- carcajeó la tonta a mi lado y a lo lejos se escuchó un largo y fuerte «shhh».
-Callate Larissa- rodé los ojos y ahora sabía que tendría que lidiar con sus burlas constantes.

PredestinadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora