Conocía a Jungkook y a mi misma lo suficiente para saber que estaba en peligro.
Era riesgoso pasar la tarde en su casa. No me interesaba saber si estaríamos solos o si acaso sus padres arruinarían nuestra intimidad. De una u otra forma, sabía que la probabilidad de que esa pequeña cita terminara en sexo, era alta. Por ello, fui clara y concisa.
-No iré a tu casa- sentencié firmemente. Aunque era de suponerse que Jungkook insistiría por pasar la tarde conmigo y yo era débil-...podemos hacer la tarea en otra parte- remarqué.
"La tarea" era la escusa del día, y era quizá la escusa más estúpida e ilusa.
-Claro, no tengo problema, podemos ir a la biblioteca del centro- dijo el chico mientras abordabamos su automóvil y yo me aseguraba por última vez que nadie nos estuviera viendo. En especial Dave.
Miré de un lado a otro y al entrar al auto, me hundí en mi asiento.
-La biblioteca es una buena idea- murmuré al tiempo en que Jungkook tomaba el volante y me miraba con una pequeña sonrisa traviesa.
-Tranquila, nadie nos está viendo, conejita- me dijo.
-¿Conejita?- lo interrogué de inmediato.
-Pensé que sería lindo decirte de esa forma, ¿Te molesta?- continuó charlando.
Esa era tal vez su manera de entablar una conversación un tanto romántica que podría ayudarnos a romper el hielo poco a poco.
Jungkook era experto en ello.
En hacerme sentir incómoda, pero encantada a la vez.
Casi nadie tenía ese don, no al menos conmigo.
-No me gustan los conejos- negué. Jungkook se frotó la barbilla y pensó por unos segundos.
-¿Ratoncita?- prosiguió. Sabía que todo eso era parte de una broma. Jungkook no era la clase de chico que utilizaba ese tipo de sobrenombres que tendían a lo ridículo. Sin embargo, disfrute del chiste, aunque lo hice de forma intima. Después de todo, no le daría el gusto de hacerme reír tan fácilmente.
-¿Debe necesariamente ser un roedor?- le pregunté.
-¿Te gustan más los insectos? Puedo decirte mariposita o mariquita- resoplé por lo absurdo de la discusión.
Él era lindo incluso cuando no debía serlo.
Lo era aún cuando se esforzase tanto en ser un payaso.
No respondí. No estaba entre mis planes concederle el permiso de llamarme por algún sobrenombre cursi. Sin embargo, Jungkook no buscaba mi aprobación y tenía la sensación de que lo escucharía decirlo más de una vez esa tarde.
-Me alegra mucho que hayas aceptado venir conmigo- musitó después de un momento de silencio y el calor bochornoso subía a mis mejillas al sentirle tocar mi mano. Me inmovilizó por un instante. Aquello se debía más a la sorpresa que a la comodidad de su tacto, aunque sería un absurdo engaño decir que no lo disfrutaba en absoluto- tenía tantas ganas de estar a solas contigo- continuó confesando.
Eso me restaba el valor de verlo a la cara. ¿Cómo era posible que estuviera sintiendo todo eso? ¿Por qué no experimentaba ni un poco de culpa? ¿Por qué no lo detenía? ¿Por qué no pensaba en las consecuencias?
No respondí nada. No sabía que debía hacer, así que permití que se desahogara y dijera todo lo que le diera la gana.
Inicio con un suave toqueteo en la palma y entre los dedos de mi mano mientras halagaba mi vestido, mi cabello y mencionaba un par de veces lo cautivadora que lucía ese día.
"Cautivadora", no es la clase de palabra que una chica le escucha decir a diario a un chico.
Era abrumador.
-Gracias Jungkook- cedí al coqueteo con una risita.
Mis ojos estaban clavados en las calles, en las casas, en los árboles, en fin, en cualquier cosa que no fuera Jungkook y sus dulces palabras que erizaban mi piel y hacían cosquillas en mi estómago.
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Predestinados
FanficUna mirada, una sonrisa, un beso. La historia de la chica a la que el amor y la muerte la persiguen. Esta historia estaba adaptada con personaje masculino a Harry Styles. Todos los créditos a su autora
