En febrero volvimos al colegio. El clima frío aún no abandonaba la ciudad y era dificultoso ponerse de pie por las mañanas para cumplir el estúpido deber. Sin embargo, era un privilegio poder encontrarme con Jungkook.
Tal como antes de las vacaciones navideñas, se comprometió a ir por mi a casa en las mañanas y el panorama de la calles nevadas con su auto aparcado al frente del jardín, era lo mejor en el mundo.
Me había acostumbrado tanto a su presencia que sufría como tonta cuando no estaba.
¿Acaso me estaba tornando dependiente?
Ese no era mi estilo y a pesar de todo, así lo estaba haciendo.-Hagamos algo esta tarde- le rogué mientras caminábamos por los corredores.
-No puedo, le prometí a mi madre que estaría en la casa. He tenido algunos problemas con ella últimamente- me explicó y torcí los labios con tristeza.
-¿Quieres que hablemos de eso?- divagué, intentando lucir despreocupada y casual, pese a que moría por escucharle hablar de sus problemas más íntimos.
Sabía que ese sería un gran paso para nuestra relación. La confianza lo era todo, pero para Jungkook parecía complicado y nunca se soltaba a hablar de eso.
-Estoy bien, no te preocupes, pasaré por ti mañana temprano- me dijo con una pequeña sonrisa, besó mis labios y se marchó, dejándome con nada más que suspiros.
Por mi mente maquinaban los planes más insólitos. ¿Cómo podría lograr introducirme en su mente y en su vida? Quería ayudarlo, quería hacerle sentir que estaba para él, pero necesitaba que confiara en mí.
-Jungkook no habla de eso con nadie, créeme- Me dijo Dave unos días después, cuando tocamos el tema durante la clase de Química.
Me pareció ilógico que Jungkook no quisiera hablarlo conmigo. Yo era su chica y sabía que él estaba intentando decirme las cosas, pero no encontraba la manera de hacerlo. Lo supuse durante una conversación que tuvimos en la biblioteca. Jungkook mencionó un par de veces que ya estaba cansado de su vida y eso me preocupaba.
Insistí en que hablara conmigo de lo que sucedía, pero al final tan solo continuó diciendo que no quería preocuparme, aunque ya lo estaba haciendo.
Durante las clases lo veía distraído. Casi siempre hablábamos mucho pero ahora parecía decaído y malhumorado todo el tiempo.-Solo estoy cansado, no te preocupes- decía- ya estaba acostumbrado a las vacaciones y la escuela me pone de mal humor.
Su justificación me parecía fundamentada. La escuela era un asco. Todos lo sabemos. Pero Jungkook parecía particularmente ausente ahora, como si algo le preocupara tanto que lo desconectaba de la vida.
Comencé a pasar todo mi tiempo pensando en eso. No podía sacarme de la mente lo que me había dicho la noche de año nuevo. Sabía que Jungkook estaba sufriendo y al mismo tiempo, sufría yo junto con él.
-No puedes obligarlo a hablar si no está listo- me sermoneó mi madre. Estaba tan ansiosa que incluso recurrí a ella para que me aconsejara lo que debía hacer, pero sus consejos no me gustaban.
Necesitaba a alguien que me dijera una estrategia maestra para convencer a Jungkook de hablar.Pensaba en lo más dulce que pudiera decir para que se sintiera conmovido y aceptara confiar en mí un poco más. Recordaba lo que yo había sentido tras el asesinato de Ruth Martin, y lo mucho que él me ayudó al escucharme. Yo había confiado en él y era tiempo de que eso fuera recíproco. Jungkook debía confiar en mí también y soltarse a llorar un poco en mi hombro.
Así que, como último recurso, pensé en una cena romántica. El viernes por la noche mis padres saldrían con unos amigos y yo tendría la casa sola para nosotros dos. Podríamos hablar sin interrupciones de ningún tipo. Eso era perfecto... a no ser que él se resistiera.
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Predestinados
Fiksi PenggemarUna mirada, una sonrisa, un beso. La historia de la chica a la que el amor y la muerte la persiguen. Esta historia estaba adaptada con personaje masculino a Harry Styles. Todos los créditos a su autora