T R E I N T A Y S I E T E

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Esperé en el pórtico de mi casa mientras la obscuridad de la noche comenzaba a cubrir cada rincón de la ciudad.

Fue difícil convencer a mi madre para que me permitiera salir de casa a esa hora.
Había toque de queda debido a los crímenes que estaban ocurriendo en las calles y la promesa, fue que me quedaría al frente de la casa, tan solo para hablar con Jungkook.

Eso me daba cierto control, me mantenía a salvo, porque de otra forma no sabía si sería capaz de contener mis impulsos e impedir que otro encuentro sexual sin compromiso ocurriera entre nosotros.
Miré la hora en mi reloj. Eran las 9:35 cuando el auto de Jungkook se acercó por la calle y suspiré aliviada.

Se detuvo al frente de la calle y salió del auto, caminando lentamente en dirección a mí.
Retuve el aliento cuando lo tuve de frente.
Los últimos dos meses no habíamos hablado en absoluto, y en la escuela ni siquiera nos mirábamos.

-Lo lamento- volví a decir con un susurro.
Ya no había nada que pudiera decirle. Todo lo que necesitaba decir lo hice a través del teléfono, ahora, tan solo necesitaba sentirlo.

-Está bien, no pasa nada- musitó y me sorprendí bastante cuando estiró los brazos para envolverme en ellos.

En ese momento me inundé con su perfume y en mi mente, transitó el temor de que, de alguna forma, él fuera capaz de olfatear el aroma de Dave Ford, con quien había pasado la tarde entera, durmiendo en su cama y entre sus brazos.
Sin embargo, las preocupaciones se marchaban al sentir la protección de Jungkook.
Ese abrazo no se comparaba a ninguno otro. Ni siquiera al de Dave.

La forma en que Jungkook lo hacía, me daba una sensación de puro amor, aun cuando sabía que entre nosotros se había perdido todo. Estuvimos ahí abrazados por un minuto y luego tomamos distancia para volver a la compostura.

-También quiero disculparme. Quise hacer estás últimas semanas. Me arrepentí mucho de lo que te dije. Fue cruel. Nunca antes le hablé a nadie de esa forma y no me gustó habértelo hecho a ti. No lo merecías- murmuró y por primera vez estaba hablando con tanta sinceridad que sentía que podía ver su alma a través de sus brillantes ojos esmeralda- Lexi, sé que te enfadaste y lo entiendo. Yo igual estoy enfadado. Me gustaría volver contigo, pero siento que no puedo. Sé que terminaría engañándote y no quiero hacer eso- confesó- te juro que estoy tratando de ser tan sincero como puedo en este momento. No he dejado de pensarte. Desearía poder tenerte, pero luego todo se va a la mierda. Tú esperas tanto de mí y yo no puedo... no puedo dártelo. He estado saliendo con otra chica y ni siquiera sé porque lo hago, pero no puedo evitarlo. No puedo prometerte que estaré por ti siempre. No creo poder hacerlo- refunfuñó, frotando su rostro con las manos y limpiando algunas lágrimas que caían en sus mejillas.
Apenas podía creer todo lo que estaba diciendo, y me estaba lastimando pero finalmente podía comprenderlo un poco más.

-No puedo evitar dejar de sentir todo lo que siento. Simplemente se va, dejó de sentirlo y luego me arrepiento. Me arrepiento de lo que digo y lo que hago pero no puedo evitarlo y vuelvo a hacerlo...- lloró y me hizo llorar también.

Nunca antes lo vi tan adolorido, tan triste y melancólico. Soltando tantas lagrimas mientras sus mejillas se enrojecían por la impotencia.
Nos quedamos en silencio por un momento, tan solo algunos minutos en los que intentamos recuperar la compostura, pero no era tan sencillo.
Deslicé una mano en su mejilla para limpiar sus lágrimas. No sabía que debía decir, pero supuse que no hacia falta hablar demasiado y menos cuando Jungkook estaba tan vulnerable como yo.

Nos miramos sin estar seguro de que era lo que procedía y de pronto perdimos la batalla.
Llevé la otra mano a su rostro para poder sostenerlo con ambas al verle acercarse con tan imprudencia y de pronto sus labios estaban contra los míos, avivando una chispa que nos haría arder como locos.
Estábamos de pie al frente de mi casa, en medio del jardín y poco me interesaba pensar que mis padres podían vernos.

Tan solo me dejé llevar y lo besé como si no hubiera un mañana, como si aquella fuera a convertirse en nuestra última oportunidad.
Sus manos subieron por mi espalda y luego me envolvió con fuerza entre sus brazos y entonces supe que estaba perdida.

PredestinadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora