C I N C O

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Los oficiales convirtieron la oficina del director en un reclusorio y desde el primer momento en que puse un pie ahí adentro, cada rincón de mi cuerpo fue invadido por una sensación abrumadora.
Estuve en el auto de un asesino, había una víctima involucrada y yo había salido sin ningún problema de la situación, eso no se veía bien.

-Por favor siéntese ahí- señaló un oficial cuyo semblante me intimidaba tanto que no podía evitar mover las piernas desesperadamente, aplastando mis manos entre las rodillas, manteniendo una postura encorvada. Estaba nerviosa y eso era evidente para ese sujeto.


-No temas, este solo será un procedimiento para saber todo lo que hayas visto esa noche- murmuró y por un segundo intente relajarme, pero el hombre siguió hablando- quien no hace nada malo, no debe temer- indicó al sentarse en la silleta del director al otro lado de la mesa y un escalofrío subió lentamente por mi espalda, dándome la peor sensación.


Había recibido cada una de sus palabras como una acusación discreta, o no tan discreta, y eso me ponía aún más nerviosa. Sin embargo no dije nada y me mantuve rígida. Para comenzar, el oficial me preguntó acerca de mi relación con Ruth Martin.


-La conocía muy poco en realidad, nunca hablamos hasta esa noche, pero la conocía porque era popular aquí en el colegio, siempre salía con los chicos mayores, tenía una fama extraña- musité sin pensar detenidamente en lo que decía, tan solo buscaba ser sincera acerca de los hechos.


-¿Qué es extraña?- preguntó de inmediato.


-Andaba con muchos chicos- baje un poquito la voz, sintiendo culpabilidad por hablar así de ella, así que intente enmendarme- Pero era una buena persona- agregué.


-Pero dices que no la conocías- repitió, frunciendo ligeramente el ceño, señalando que no podría asegurar con certeza si esa chica era buena o no.


-Pues como le dije, esa era la fama que tenía en todo el colegio, cualquiera lo sabe- expliqué y después hubo un momento de silencio.

Posteriormente, para que el oficial se asegurase de que yo sabía realmente de lo que hablaba y no era tan solo una chica loca diciendo falacias, me preguntó acerca del automóvil en el que estuve esa noche.


-Era un automóvil Mazda del año, color rojo, sino me equivoco- respondí y aquello era correcto.
El oficial tenía la información del vehículo debido a los vídeos obtenidos de las cámaras de seguridad en el parque.


-¿Podrías decirme lo que hiciste ese día desde que despertaste por la mañana hasta la hora en que te encontraste con Ruth Martin?


-Fui al colegio por la mañana, al salir de ahí, fui sola a casa, luego una amiga fue a verme...


-¿Quién?- me interrumpió el sujeto.


-Su nombre es Dakota, es de mi generación- dije y luego proseguí- vimos televisión y luego salimos...- pause al recordar que aquello no debía estar en mi narración bajo ningún motivo.


-¿A dónde?- preguntó el hombre.


-Con unos amigos- respondí tímidamente- bueno, son más bien unos conocidos, ellos no son mis amigos, tan solo los conozco un poco, pero nos invitaron a salir- traté de evadir el tema con muchas palabras pero el oficial no era tan fácil de manipular. Por el contrario él era quien me manipulaba a mi.


-¿A dónde?- preguntó de nuevo y por varios segundos me quede callada, meditando en lo que debía decir. No podía decir la verdad porque esa noche habíamos infringido la ley al entrar en propiedad privada, así que me vi forzada a mentir.

-Fuimos... Fuimos al bar Condesa- titubee con inseguridad- pero me fui temprano porque debía volver temprano a casa- mentí descaradamente y por un segundo creí que todo eso habría parecido convincente.

PredestinadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora