Durante la madrugada la temperatura continuó descendiendo, tanto, que al amanecer me rehusé a levantarme de la cama. Quería continuar en ese pequeño capullo de calor que conseguí bajo los cobertores y las sabanas, pero mi madre con sus normas inflexibles, prefería arrancarse un brazo antes de verme faltar a una sola clase.
Mamá era del estilo de aquellas que envían a sus hijos con viruela al colegio, pasándole tan solo un pañito húmedo en la frente, un beso y un: "Te veo bien, si puedes ir a la escuela".
Así que era de suponerse que el frío no era un pretexto fundamentado y debía ponerme en pie sino quería escuchar sus fuertes pasos golpeando los suelos, irrumpiendo en mi alcoba y su voz aguda reclamando el retraso.Para suerte mía, siempre me ha parecido divertido dedicar algo de tiempo a combinar mis abrigos con mis medias, mis botas y bufandas. La moda de invierno siempre fue para mí la más atractiva.
Salí de casa sin desayunar nada en absoluto pero sabía con resigna que terminaría derrotada en la hora del lunch. Mi abstinencia no me permitía mantener el vientre plano por mucho tiempo pues él hambre era incansable.
Me coloqué los patines, los audífonos y rodé calle abajo cantando Footloose de Kenny Loggins, importándome poco si hacía el ridículo con mi mala voz. Tomé mi camino favorito a la escuela. Evadía la avenida y su embotellamiento mañanero para disfrutar de un rápido recorrido a través de los vecindarios más ricos.Me gustaba distraerme viendo las casas y sus detalles. Imaginaba combinarlas y crear una casa con todas las cosas que me gustaban. Casas de estructura victoriana con enrejado elegante, jardines de rosas y una fuente de roca. Las fuentes siempre dan un toque hermoso.
Esos lugares eran asombrosos y me hacían sentir insignificante.
Observe a una mujer rubia salir de una de aquellas casas. Parecía tener todo el tiempo del mundo mientras subía a su porche del año.
Tendría algunos años más encima, pero le sentaban bien.
Utilizaba un conjunto de ropa de colores bronce y marrón y sus labios rosas resaltaban al centro de su cara de porcelana.Su cabello era todo lo que siempre había deseado. Un friz alborotado como el de las chicas de las revistas de moda o como el de Dakota, que lo lograba todo con tan solo un poco de aerosol.
Pero yo no era esa clase de chica con una vida sencilla en uno de esos vecindarios populares y con una melena perfecta.
Mi cabello conformado tan solo por ondulaciones poco pronunciadas, casi invisibles, era demasiado frágil y poco manipulable para funcionar.Llegué al colegio cuando Kenny había cantado casi tres veces su canción y me saqué los audífonos para evitar problemas con cualquier profesor fastidioso, aunque me percaté de que las autoridades escolares estaban demasiado ocupadas en la oficina del director en compañía de un grupo de oficiales de policía.
Inmediatamente temí de manera paranoica pensando que quizá estaban ahí para arrestarme a mí y a los chicos idiotas que me forzaron a allanar propiedad privada un par de días atrás.Miré con detenimiento a través de la ventanilla de la puerta y luego seguí mi camino antes de ser sorprendida por una fastidiosa voz.
-¡Ahí estás! No respondiste ninguna de mis llamadas durante el fin de semana- me reclamó Dakota y yo me excusé.
-Lo lamento, estaba enferma- murmuré, dejando mis patines en mi casillero y mirándome un momento al espejo, donde podía apreciar justo detrás de mi hombro la expresión descontenta de mi amiga, aunque apostaba a que nada de eso tenía relación conmigo.
-¿Ocurrió algo?- pregunté con curiosidad.
-¿Qué no ocurrió? Ha sido el peor fin de semana de mi vida, después de que te largaste y me dejaste sola con Jeon Jungkook, él intentó follar conmigo varias veces...
ESTÁS LEYENDO
Predestinados
FanficUna mirada, una sonrisa, un beso. La historia de la chica a la que el amor y la muerte la persiguen. Esta historia estaba adaptada con personaje masculino a Harry Styles. Todos los créditos a su autora