T R E I N T A Y S E I S

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Comencé a sentir los verdaderos resultados de la ruptura, dos meses después.
En un principio, tal vez creí que las cosas tenían solución, pero me había equivocado y mientras el tiempo continuaba transcurriendo, me sentía más y más culpable.

Quise hablar con Jungkook. Pensaba que las cosas entre nosotros terminaron muy mal y no quería que así fuera.
Al menos necesitaba decirle que lamentaba la forma en que me había comportado.
La forma en que hable de sus problemas al frente de la clase fue algo que no debí hacer y en verdad estaba arrepentida.

-Jungkook sabe que todo eso fue una tontería. Créeme, no te tiene rencor. Solo está dolido. Le diste fuerte en el orgullo y lo mejor es que lo dejes así por un tiempo- recomendó Dave mientras devoraba una caja de chocolates.

Esa caja debía ser mía, para calma mi ansiedad y angustia amorosa, pero a ese chico le importaba un pepino. Miraba una película de acción que había encontrado en la transmisión televisiva de esa tarde, pero yo no era capaz de prestarle atención.
Se suponía que estaba esa tarde en su casa para que me ayudara con la tarea, pues los últimos días tuve una fuerte gripa y estuve ausente en las clases.
Debía ponerme al tanto en los deberes, o al menos debía ponerme al tanto con Jungkook.

-Lo extraño- musité y Dave suspiró.

-Comenzaré a hacerte daño cada vez que digas eso- me advirtió sin quitar los ojos del televisor y yo fruncí el ceño, cruzándome de brazos con obstinación-Más te vale que no vuelvas a decirlo- murmuró y aquello me pareció un reto, así que no pude resistirme.

-¡Lo extraño!- gruñí con grandes aires y el chico volvió los ojos sobre el hombro, dedicándome una mirada retadora. -¡Lo dije, extraño a Jungkook!- continué diciendo, pero entonces Dave me lanzó un chocolate a la cara. -¡Auch! ¡Oye!- me quejé, frotando mi pómulo donde el golpe me había tomado por sorpresa.

-Te dije que no lo dijeras- volvió a decir.

-¿Qué tiene de malo decir qué extraño a mi ex novio?- le recriminé y en esta ocasión Dave jaló una almohada y me golpeó con ella.

-Oye en verdad me duele- chillé al tiempo en que soltó una risita.

-Ay Lexi- volvió a su lugar. Había dejado de atacarme porque yo era una llorona y él parecía haber tenido la intención de jugar. Lo observé con curiosidad mientras comía otro par de chocolates y finalmente decidí contraatacar. Me impulsé hasta él y le arrebaté la caja para golpearlo con ella.

-Discúlpate- le dije y él me miró sorprendido.

-Vete al rayo, dame los chocolates- exigió y lo golpee de nuevo en la cara- ¡Ay!- gritó y yo carcajee nerviosa. En verdad le di con fuerza y creí que se enfadaría, pero le escuché reír también mientras frotaba su rostro con las manos.

-Carajo, ¿Por qué no puedes ser como cualquier otra chica y ver la película con las piernas cruzadas?- parloteó y yo carcajeaba, luchando con él para tomar el control de la almohada y poder atacarlo con ella mientras este me arrojaba chocolates.
Estaba haciendo un desastre. ¡Enloqueció!

-Basta- reí, pataleando cuando me sujetó de los tobillos y jaló de mi hasta arrastrarme bajo su cuerpo, donde el aroma singular de su perfume dio vueltas cerca de mi.
Se removió, aplicándome una llave de lucha y yo gritaba como una demente, mientras él tomaba algunos chocolates y los metía bajo mi blusa.

-¡No!- patalee aún más, dándole un golpe final en la cara que lo hizo ceder.

-¡Ah!- volvió a gritar, cayendo como un tronco sobre de mí y los dos nos quedamos quietos riendo como necios por unos minutos- me rompiste la nariz, ¿Está sangrando?- preguntó, levantando la cabeza para permitirme ver esa nariz perfilada y pequeña.

PredestinadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora